En 1987, el ciclista sudafricano Johnny Goldberg, que a la postre sería conocido como Johnny G., tenía un problema: se estaba preparando para una carrera en bici de más de 6.000 kilómetros por todo Estados Unidos y, para ello, tenía que entrenar día y noche.

Una de esas noches, a Johnny casi le atropella un coche mientras estaba entrenando, por lo que decidió que no merecía la pena jugarse la vida. En vez de quedarse en casa sin hacer nada, se puso manos a la obra en su garaje y creó una bicicleta para entrenar en el interior.

Poco más tarde registraría su idea y se convertiría en todo un éxito: había nacido el spinning. Durante muchos años, y aún ahora, esta disciplina deportiva se ha llevado a cabo con un monitor que impartía la clase a la vez que sonaba una música que iba acorde con el ritmo que el profesor iba marcando.

También en los últimos tiempos se ha puesto de moda, bien por comodidad, bien por ahorrar gastos por parte de los gimnasios, las clases virtuales de spinning, donde es una televisión de plasma quien da las indicaciones a los usuarios de la instalación.

Sin embargo, desde hace unos años se ha puesto muy de moda en Nueva York una nueva modalidad del spinning: el llamado SoulCycle, o algo así como “el ciclismo del alma”. Su historia nace hace 10 años en un gimnasio con apenas 30 bicicletas de spinning. Hoy en día ya han abierto 38 gimnasios en Estados Unidos y 300.000 personas lo practican.

Entre estas personas, algunas celebridades, como la propia Michelle Obama, fiel devota y promotora de actividades deportivas que luchen contra la epidemia de obesidad que asola el país norteamericano.

¿Y en qué se diferencia del Spinning?

1.- No puedes hacer trampas: si en el spinning aún puedes hacer como que pedaleas, y no seguir el ritmo del instructor, en el caso del SoulCycle llevas unas zapatillas especiales que se enganchan al pedal como si de una bicicleta de ciclista profesional se tratara. No hay escapatoria: o sudas, o sudas.

2.-  El mensaje de los instructores: aquí radica quizás la principal diferencia. Sus instructores quieren ir más allá de la motivación para que el ejercicio te sirva para reforzar tus sentimientos. Como explican en su web “no queremos cambiar cuerpos, queremos cambiar vidas”.

3.- La ambientación: en lugar de parecer una discoteca, como muchas de las salas de spinning actuales, con SoulCycle la ambientación es bien distinta. En vez de haber flashes y luces estroboscópicas, hay velas. También, en las ocasiones que lo requiere, el ambiente se pone épico, como si fuera a aparecer William Wallace por allí.

4.- El precio: toda esta puesta en escena hay que pagarla. Una clase de SoulCycle de 45 minutos te cuesta, de media, 25€, casi lo que te cuesta un bono mensual en cualquier gimnasio de bajo coste español.