Una de las cosas que mucha gente valora a la hora de elegir un gimnasio o centro de entrenamiento son los vestuarios. Se trata de un espacio de intimidad en el que uno debe sentirse cómodo para ducharse y cambiarse después de un duro entrenamiento. Si eres nuevo y no sabes muy bien como moverte en ese espacio, aquí te contamos qué debes hacer y qué no.

No ocupes todo el banco

Por muy guay que sea tu gimnasio y lo moderno de sus vestuarios, vas a tener que compartirlos con más gente. Aunque estos sean grandes y estén llenos de taquillas, el destino querrá que tus compañeros de sudores y tú os coloquéis apelotonados en la misma zona.

Los bancos en los que los socios se sientan para cambiarse o dejar sus cosas no suelen ser muy amplios, así que no te vengas arriba. Puedes usarlos para sentarte mientras te cambias, pero intenta no dejar tu mochila, toalla, neceser y ropa esparcida en ellos... ¡Los demás también tiene derecho a apoyarse!

No dejes desparramada toda tu ropa por el suelo

Puede que tu madre te lo consintiera cuando tenías dieciséis años, pero ahora ni estás en tu cuarto ni eres un adolescente, así que nadie tiene por qué entrar al vestuario y encontrarse tus calzoncillos, zapatillas y ropa sudada desparramados por el suelo de la sala mientras tú te duchas tranquilamente. Recuerda que las taquillas están para algo. Deja tus cosas recogidas ahí dentro, ¡es gratis!

Déjate algo para casa

Gente que se depila sus partes en las duchas, individuos que se cortan las uñas de los pies en los bancos... Suena raro, ¿verdad? Pues ocurre. En los vestuarios de un gimnasio puedes encontrar de todo. Lo importante es que tú sepas que, aunque allí puedes ducharte, afeitarte y arreglarte, hay ciertas cosas más íntimas que debes dejar para casa.

Esa taquilla es mía
Esa taquilla es mía | Pixabay

Respeta el espacio vital

Vale que el roce hace el cariño, pero quizás no todo el mundo sea tan cariñoso como tú. Secaros al salir de la ducha y poneros los calzoncillos codo con codo como si estuvieseis jugando al Twister puede resultar incómodo por la complejidad del poco margen de movimiento.

Así que, si habéis coincidido dos o más personas taquilla con taquilla, alguno puede coger sus cosas, echarse a un lado y aprovechar el resto del espacio en el que no hay nadie. ¡Estaréis mucho más cómodos!

No seas exagerado mirando

Independientemente de la orientación sexual de cada uno, la curiosidad es algo que todos tenemos por naturaleza. Aunque no quieras, quizás tu instinto haga que se te vaya la vista hacia los cuerpos desnudos de tus compañeros de vestuario.

Mirar y comparar el pene de los demás con el tuyo, ver si tienen el culo más duro y mejor puesto que tú y hacer un repaso general del físico de esos hombres en pelota picada que te rodean es totalmente normal. Pero claro, todo tiene un límite, no te pases de mirón o harás que esos chicos que se están cambiando se sientan incómodos al verse observados en exceso.

Las tertulias déjalas para la salida

Cuando aterrices en el vestuario no tardarás en comprobar que muchos grupitos de los allí presentes, mientras se cambian, se ponen al día de los temas más candentes, que son básicamente el estado de sus ligues y la actualidad deportiva. A veces creerás que la tertulia de 'El chiringuito de jugones' se ha trasladado a tu vestuario.

Y es que lo de hablar con los colegas mientras uno se ducha, se viste y se acicala está bien pero, en horas puntas en las que el vestuario está hasta arriba, alargar más de la cuenta las charlas en un espacio reducido lleno de hombres haciendo malabarismos para cambiarse, resulta incómodo. A la salida del gimnasio seguro que hay unas cafeterías estupendas en las que poder sentarse a hablar tranquilamente.

Como ves, los vestuarios de un gimnasio son todo un mundo. Tranquilo, la jungla de taquillas y de duchas es un lugar al que te habituarás poco a poco. Simplemente recuerda siempre ser educado, respetuoso y tener presente que allí no estás tú solo.