Admitámoslo, cuando uno lleva tiempo “oxidado” comenzar a hacer ejercicio se puede convertir en un momento duro, pero es probable que poco a poco, ese esfuerzo inicial pase a entenderse como un buen rato en el que dejar de lado el estrés para entregarse de lleno a la actividad física.

Sin embargo, esa transición, para algunos, podría no existir. Según un estudio publicado por la revista Cell Metabolism y dirigida por el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, las personas obesas parecen menos propensas a sentirse motivadas por la realización de la actividad física, pero esa falta de ganas no se debería a los kilos de más, sino a la dopamina.

“La actividad física se asocia a una buena salud general, pero se sabe muy poco sobre la razón por la que las personas o los animales con obesidad son menos activos. Existe la creencia de que los obesos no son muy activos porque el contar con un exceso de peso les incapacita físicamente, pero nuestra investigación sugiere que éste no es el motivo”, afirma Alexxai V. Kravitz, director de la investigación.

Para llegar a esta conclusión los científicos llevaron a cabo un experimento con ratones a los que sometieron a una dieta rica en grasas. El resultado fue que a las cuatro semanas estos roedores eran el doble de pesados que aquellos que habían mantenido una alimentación normal, además observaron cómo su actividad física se había reducido en un 40%

Ahora bien, descubrieron que la reducción de la movilidad se produjo antes de que los animales ganaran la mayor parte del peso, por lo que llegaron a la conclusión de que este hecho no era el principal responsable de la disminución de ejercicio.

Decidieron buscar la causa en los centros de recompensa del cerebro, ya que se trata de zonas clave para la motivación, y comprobaron cómo los ratones obesos habían disminuido su sensibilidad a un neurotransmisor: la dopamina.

Concretamente los roedores más gruesos y ‘vaguetes’ eran deficitarios del receptor D2 de la dopamina. Por ello, decidieron recuperar la señalización de éste en la neuronas y… ¡bingo! Los animales obesos retomaron la actividad previa a su ganancia de peso.

La investigación, por tanto, demuestra dos hechos: que el exceso de grasa no dificulta la actividad física, y que son más bien causas fisiológicas las que explican por qué estas personas son menos activas.

Pese a que los investigadores aseguran que todavía es pronto para sacar conclusiones y que se debe seguir con la investigación, si tienes unos kilos de más, y lo de hacer ejercicio te supone un gran suplicio, ya sabes que la causa puede que no esté en tus michelines, sino en tu cerebro.