Una horita de deporte y varios días de agujetas sin apenas poder mover las pestañas, ¿os suena? Sí, los dolores musculares tras el ejercicio aparecen al día siguiente de hacer grandes esfuerzos o tras periodos de inactividad. A partir de ahí toca usar todo tipo de trucos: agua con azúcar, aspirinas… aunque lo ideal es poder prevenirlas y evitarlas.

“En principio sí se pueden evitar, pero será relativo a la condición física previa y al grado de intensidad del ejercicio con el que vamos a comenzar un programa de entrenamiento físico. Si se lleva mucho tiempo sin realizar actividad física, la intensidad del ejercicio al comenzar debe ser baja. Además, si por ejemplo sólo está entrenado un plano muscular, trabajar intensamente sobre otro grupo muscular puede provocar agujetas”, explican Adalberto Rojas Merino, fisioterapeuta del Hospital La Milagrosa, y Adrián Márquez Encinas, licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte del Hospital La Milagrosa.

Las agujetas no están relacionadas con el espacio de tiempo entre una sesión deportiva y otra y sí con el grado de intensidad y adaptación. Lo correcto es empezar un programa de ejercicios de baja intensidad e ir incrementándola, aseguran los especialistas.

Y no, tampoco podemos entender su aparición como una consecuencia positiva, como una señal de que los músculos trabajan como es debido. Nada más lejos de la realidad.

Aunque hay varias teorías acerca de lo que son las agujetas en sí “en estos momentos predomina la que asegura que es una ruptura de microestructuras de tejido muscular debido a la inactividad física, el trofismo o calidad de las estructuras musculares y tejidos adyacentes que disminuyen de calidad. Esto provoca inflamación del tejido y sensibilización del tejido nervioso local con la consecuente aparición del dolor. La teoría de que es debido al aumento de la producción del ácido láctico ya no es aceptada debido a la disminución del PH”, explican Rojas y Márquez.

Hablamos de pequeños traumas que en caso de que persistan, por insistir en una intensidad mayor de la que somos capaces de soportar, se puede agravar la lesión y producir rupturas de la macroestructura muscular.

Todos debemos ser precavidos, deportistas novatos y también los de élite, nadie está libre de sufridas pues “deportistas de alto rendimiento que por algún motivo, como unas vacaciones inactivas, han tenido que interrumpir el entrenamiento, pueden presentar agujetas al inicio de éste, o bien, por un ejercicio más intenso al que el deportista está acostumbrado a realizar”, advierten los expertos.

Controlar la intensidad del ejercicio ayudará a evitarlas, pero en caso de no haberlas podido sortear habrá que seguir estos consejos para mitigarlas:

1.- Pueden ser aliviadas con masajes que permiten acelerar la reparación de la lesión.

2.- Para el alivio del dolor podemos tomar algún analgésico bajo prescripción médica, importante para evitar una posible interacción con otros medicamentos que se puedan estar tomando.

3.- Tomar agua con azúcar es un mito. El azúcar simple dispara los niveles de insulina pero no ayudan a regenerar el músculo.

4.- Es importante no abandonar pero sí disminuir la intensidad del ejercicio adaptando las cargas de entrenamiento. Recordar que es una lesión y hay que tratarla como tal.

Igualmente es primordial recordar que debemos cuidar la alimentación, antes de hacer un gran esfuerzo físico es esencial hacer acopio de la energía necesaria.