"La frecuencia cardiaca sube de forma descontrolada, brusca; las necesidades de oxígeno también aumentan, en los deportes de alto rendimuento la necesidad de energía es tan intensa que no se utiliza el metabolismo aeróbico sino el anaeróbico, que genera altas cantidades de ácido láctico y que se traduce en falta de oxígeno en el organismo", explica el Doctor Diego López de Lara, endocrino infantil e ironman en US3 Triatlon Team.

El ritmo que exige, la velocidad de los ejercicios, el circuito y batería de movimientos requieren de un entrenamiento previo y unas condiciones físicas que lo hace inalcanzable para muchos. De lo contrario, podemos sufrir de arritmias e incluso infartos en los casos más graves.

Desde el punto de vista cardiovascular hay que ser precavidos, sin olvidar que los problemas musculares también son una constante para los aficionados menos preparados. "Son muy comunes las lesiones tendinosas y fibrilares, pues los esfuerzos musculares no son progresivos", advierte el especialista. Se aconsejan movimientos muy controlados para evitar daños graves.

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¿Y cuándo podemos reconocer que el sobreesfuerzo de uno de los entrenamientos nos está exponiendo a consecuencias indeseadas? Hay varias señales ante las que debemos estar alertas: nauseas, mareo y dolor torácico. En ese instante, debemos frenar en seco para recuperarnos.

En cualquier caso, y para evitar "sorpresas", el médico especialista recomienda hacer previamente un test de resistencia y un electrocardiograma. Con los resultados en la mano ya podríamos lanzarnos...o no.

Confirmar nuestro buen estado de salud y un entrenamiento previo para el Crossfit no solo nos ayudará a mantener los riesgos a raya sino también a conseguir recuperaciones más rápidas.

Está claro: si queremos disfrutar y sacarle partido al Crossfit o cualquier otro entrenamiento de alta intensidad hay que hacerlo cuando nuestro cuerpo esté capacitado para ello, obviando las modas y los milagros que prometen.