El país de las oportunidades y del sueño americano tiene un grave problema alimenticio. Y no lo digo yo, lo dicen los datos. Según un reciente estudio llevado a cabo por el Instituto para la Métrica y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington, publicado en The New England Journal of Medicine, el 13 % de la población de los Estados Unidos tiene sobrepeso. Un dudoso honor que le hace ser el país líder en obesidad en el mundo.

Sin embargo, en la otra cara de la moneda encontramos una situación totalmente opuesta. EE.UU es a su vez uno de los países del mundo con el mayor número de centros deportivos y con el índice más elevado de personas que practican deportes al aire libre (sus grandes parques nacionales y sus zonas verdes dentro de las ciudades son un potente reclamo). Así pues, quien quiere presumir de cuerpazo ‘made in USA’ puede hacerlo sin problemas. Otra cosa bien diferente es la nutrición.

La cesta de la compra americana suele estar repleta de productos procesados, congelados y comidas ‘ready to go’. Por eso, para todos aquellos que quieren asegurarse de que llenan sus platos con alimentos sanos deben poner rumbo a Whole Foods, uno de los supermercados más populares y completos de Estados Unidos.

¿Por qué los deportistas compran aquí?

Llama la atención que sus pasillos parezcan los vestuarios de un gimnasio. Casi todos sus clientes lucen envidiables siluetas tonificadas y visten ropa deportiva. No es ninguna casualidad. Whole Foods es el mayor proveedor de productos ecológicos del país con más de 452 centros en Estados Unidos, 13 en Canadá y 9 en Reino Unido.

Sus estanterías están repletas de alimentos cuyas etiquetas rezan el apellido ‘orgánico’. Productos que han pasado los controles más exhaustivos por parte de la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA), fundada en 1970, cuya labor es alertar sobre los peligros de la comida basura y poner de manifiesto los múltiples productos químicos existentes en muchos de los alimentos congelados o preparados.

Una garantía marca de la casa Whole Foods por la que todo aquel que se toma en serio su entrenamiento fitness y su alimentación termina comprando aquí.

Comida orgánica con un plus

Pero parémonos un momento para hablar de qué son realmente los alimentos orgánicos en Estados Unidos. Mientras que en la Unión Europea este término hace referencia a aquellos alimentos que se producen bajo un conjunto de procedimientos que evitan el uso de productos sintéticos como pesticidas, herbicidas y fertilizantes artificiales, en EE.UU esta definición va un paso más allá. La coletilla ‘orgánico’ implica también que dicho alimento ha pasado un análisis sobre el potencial cancerígeno del mismo.

El 2x1 definitivo: alimentación más complementos vitamínicos

Otro motivo por el que los deportistas acuden en peregrinación hasta sus estanterías es porque Whole Foods tiene una sección llamada ‘Vitamins & Supplements’. Y no es una sección cualquiera. Está estratégicamente ubicada al final del supermercado, justo antes de las cajas registradoras, para que complementes tu alimentación con lo que te falta.

Es el paraíso de las pastillas nutritivas, reguladoras, estabilizadores, quemagrasas… Además, hay para adultos, niños, con enzimas, omega-3, probióticos, para el sistema inmune, suplementos herbales, glucosa, para perder peso, para las articulaciones, para el sobrepeso…

Comprar orgánico no es barato

Aunque tener la certeza de que lo estamos comiendo es realmente sano es una auténtica maravilla, lo cierto es que ser un organic food lover puede llegar a costarte la ruina. En Whole Foods, un kilo de mandarinas ronda los 5 dólares, las pechugas de pollo están a casi 20 dólares el kilo, una docena de huevos cuesta entre 4 y 6 dólares y un litro de leche puede alcanzar los 6 dólares.

Precios que no extrañan a nadie (al menos allí) ya que están acostumbrados al concepto de ‘no money, no healthy’. Y es que comer sano es equiparable a tener un buen seguro médico en términos económicos.