El pan se ha convertido en un negocio rentable , por todas partes podemos encontrar atractivas boutiques del pan que nos ofrecen, recién hecho, calentito y a un precio inmejorable panes con un aspecto atractivo pero dudosa calidad. Como afirman expertos como el doctor Félix López Elorza, experto en bioquímica clínica y presidente de la Asociación Andaluza de Enfermedades Alimentarias, “comer pan barato puede costarnos muy caro”. Este experto habla incluso de los “enfermos del pan”.

Para que sepas cómo puede afectar a tu salud y a tu peso, aquí tienes una radiografía pormenorizada del pan rápido:

- Este tipo de pan está hecho de forma exprés a partir de masas congeladas. Mientras un pan tradicional necesita 48 horas para elaborarse, fermentar y hornearse, este tipo de panes pueden estar listos en poco más de dos horas. ¿La consecuencia? Este pan fermenta en tu estómago, resultando altamente indigesto.

- Están hechos, principalmente, con harinas ultra refinadas a las que se añaden mejorantes panarios, levaduras químicas y muchas veces azúcares y grasas. El pan tradicional se hace solamente con harina, agua, masa madre (un fermento hecho a partir de harina y agua altamente digestivo y nutritivo) y sal.

- El pan rápido aporta muchos azúcares e hidratos de carbono y apenas tiene fibra, lo que favorece el sobrepeso.

- Este tipo de pan aporta muy pocos nutrientes y es poco saciante.

- Tiene un alto contenido en gluten, lo que hace dificulta la digestión y puede dar lugar a intolerancias y alergias alimentarias, algo que con el pan tradicional no existía.

- El consumo de este tipo de pan industrial se asocia también con cefaleas, inflamación intestinal, distensión abdominal y enfermedades digestivas.

- La publicidad del pan rápido y los establecimientos que lo venden suele ser engañosa. No te fíes de carteles o anuncios como “pan tradicional” o “hecho con masa madre”. Muchos mienten descaradamente.

¿Cómo distinguir un pan industrial de uno tradicional?

El problema de la mayoría del pan es que no lleva etiquetado nutricional. Por suerte, los panes rápidos son fáciles de descubrir a la vista, el tacto, el gusto y hasta el olfato:

- Estos panes se desmigajan mucho al cortarse, no tienen consistencia, mientras el pan tradicional tiene una masa densa, consistente y crujiente.

- No huelen a pan ni saben prácticamente a nada, mientras el pan tradicional “huele que alimenta”.

- Su miga es excesivamente blanca ya que están hechos con harinas altamente refinadas.

- Las barras o panes son todos exactamente iguales, no tiene ninguna forma irregular, lo que indicaría un amasado a mano y no industrial.

- Dura muy poco, se pone muy duro o blando como un chicle. Un pan tradicional puede aguantar varios días.

- Si lleva etiqueta nutricional, huye de los que contienen trazas de huevo, soja, pescado, cacahuete, sulfitos, aceite de palma o chocolate.

- Es escandalosamente barato. Un pan rápido te costará menos de un euro, mientras que uno tradicional lo sobrepasará, sobre todos si es integral (un pan 100% integral puede costarte más de cinco euros).

Por todo lo que te hemos contado, merece la pena preguntar, si es que no está etiquetado, cuáles son los ingredientes del pan que vas a comprar. Es muy fácil, sólo debería llevar harina, agua, masa madre y sal. Y, por supuesto, si está hecho a partir de una masa congelada. Si es así, no lo compres.