Pues querido amigo y amiga, es hora que dejes de mirar en Internet cuáles son los mejores batidos para adelgazar, y preguntes a tu abuela por la receta de su sopa de toda la vida.

Un estudio publicado en Appetite descubrió que cuando los participantes tomaban antes de comer, una sopa baja en calorías (unas 130 calorías para ellas, y 170 para ellos), consumían hasta un 20% menos calorías sin quedarse con hambre.

¿Pero por qué sopa? Los científicos dicen que la clave está en la textura de este plato. Aunque es cierto que los líquidos se eliminan del estómago más rápido que los sólidos, en lo que refiere a la sopa, es diferente.

Ésta hace que el estómago se expanda un poco más, y se queda en él un poco más de lo normal, haciendo que te sientas llena durante más tiempo. Y aunque algunos investigadores argumentan que no importa qué tipo de sopa sea, un estudio llevado a cabo en el European Journal of Clinical Nutrition, concluyó que una sopa suave (tipo crema pero sin llegar a serlo) tenía mejores resultados en cuanto a saciedad, que otra con más “tropezones” como las de noodles y verduras, por ejemplo.

Además, al contrario de lo que pasa con los smoothies (que te los puedes beber de un trago en pocos segundos), la sopa se tiende a saborear más, lo que da tiempo a nuestro cerebro a que nos diga cuando estamos llenos realmente. Y por si fuera poco, otros estudios concluyen que comer de manera más lenta y controlada, hace que te sientas más lleno, y que consumas un menor número de calorías.

Es un truco muy simple, y al alcance de cualquiera. Piensa que para el americano medio, ingerir una quinta parte menos de calorías durante el año, es suficiente para dejar de ganar hasta 22 kilos.

Pero si no tienes en mente perder tanto peso, también debes saber que hay sopas específicas si tu objetivo es estar en forma por ejemplo. Lo primero que debes hacer es olvidarte de las típicas sopas precocinadas, y ponerte manos a la obra en la cocina.

Puedes prepararte muy fácilmente una sopa, sofriendo una cebolla con unos dientes de ajo, añadiendo verdura como brócoli, coliflor, calabacines y tomates, e hirviéndolo todo con algunas plantas aromáticas como tomillo y orégano. En este caso puedes quedarte con el agua y tomarlo en forma de sopa, o incluir también las verduras y disfrutar de un delicioso, sano y nutritivo puré.