Una onza de chocolate negro al final del día, cacao puro desgrasado mezclado con requesón hiperproteico, o batido de proteínas enriquecidas con polvo de cacao son algunas de las rutinas en el mundo deportivo que no solo no son perjudiciales para la salud, sino que presentan grandes beneficios.

Los flavonoides del cacao -como la teobromina y epicatequina- hacen que el chocolate negro (sin azúcar ni aditivos) funcione como protector cardiovascular, regulador de la presión arterial y potenciador del rendimiento deportivo.

De hecho, una investigación de la Universidad de San Diego puso a prueba a pacientes con problemas cardíacos y diabetes tipo 2, para comprobar los efectos físicos de una dieta que incluía chocolate negro enriquecido con epicatequina (100 mg al día) durante tres meses. Los científicos realizaron biopsias musculares antes y después del experimento… y descubrieron que las mitocondrias -responsables de la producción de energía- habían aumentado de tamaño y generaban más energía para abastecer a las células. Es decir, los pacientes vieron cómo disminuía la sensación de cansancio y fatiga. Un aspecto clave para los deportistas.

El chocolate está en peligro de extinción
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Cambio climático y chocolate

Sin embargo, la era del consumo del cacao como lo conocimos puede estar llegando a su fin. Científicos y agricultores han advertido de los devastadores efectos del cambio climático en el cultivo mundial de las vainas. Las lluvias torrenciales y los veranos más largos ya están afectando a la floración de las plantas... que ahora son más vulnerables a plagas y enfermedades como la monilia o la escoba de bruja. Algunos estudios advierten incluso que la escasez de lluvias podría poner en riesgo la producción de cacao en un futuro.

Curiosamente, en el otro extremo encontramos el único aspecto positivo del calentamiento global en el cacao. Una reciente investigación europea publicada en la Revista de Agricultura y Química de los Alimentos acaba de descubrir que el estrés hídrico al que se ven sometidas las plantas -debido a las condiciones climáticas cada vez más extremas- “puede mutar el sabor del chocolate”.

Esto se debe a que la falta de humedad del suelo y elevadas temperaturas obligan al árbol a adaptarse y en su esfuerzo cambia la composición de grasas y minerales -y por tanto, su sabor- de las semillas de las que se extrae el cacao. Pero aquí viene la trampa: se refieren a los compuestos fenólicos donde se encuentran los sabores más amargos y astringentes, no los que reaccionan en el tostado para conseguir el dulce sabor del chocolate. Así que todavía no podemos saber cómo será el cacao del futuro.