En ese momento piensas “¿pero por qué me están rugiendo otra vez las tripas si he comido hace un rato?” y deseas que nadie se gire y te mire con cara despavorida cuando ese sonido se repita una y otra vez (porque pasará a no ser que lo soluciones rápido).

Este sonido del estómago tiene una explicación biológica, claro. Estos ruidos son denominados “borgorigmos” y, en realidad, siempre están ahí. De hecho, si usáramos un fonendoscopio en el abdomen podríamos comprobar que esos sonidos son constantes.

No son otra cosa que el lógico movimiento de líquidos y gases que se encuentran tanto en el estómago, para realizar la digestión de los alimentos ingeridos, como en el intestino delgado, cuya función es sintetizar los nutrientes y empujar los deshechos hacia el intestino grueso.

Cuando hay alimentos en el estómago, cuando, digamos, estos dos elementos están ocupados, estos borgorigmos casi no se escuchan, pues el ruido que generan queda mitigado por los alimentos con los que están trabajando.

Sin embargo, cuando no tienen nada que hacer, nada que digerir, estos gases y fluidos continúan en movimiento y, de hecho, ocupan más espacio, puesto que no hay comida que se encuentre en esta zona. Por eso se escuchan más y, en ocasiones, pueden llegar a ser perceptibles por ti y por las personas que te rodean.

Llegado ese momento, el estómago lanza una señal al cerebro: “¡Eh, que tengo ganas de un poco de marcha, échame algo de comer!”, a lo que el cerebro responde con un reflejo nervioso parasimpático que hace aumentar las secreciones y los fluidos en el estómago para que se prepare para recibir alimentos. Si se los das, bajará el volumen; si no se los das, seguirá quejándose.

En este sentido, también influye mucho los alimentos que ingieras. Por ejemplo, si comes productos que generan muchos gases, como las legumbres o las bebidas gaseosas, estos borgorigmos pueden ser más audibles incluso después de haber comido.

También puede darse el caso de que tu estómago reaccione ante situaciones de estrés, nerviosismo o ansiedad, lo que genera un mayor movimiento de estos fluidos y, por tanto, del ruido. Esto puede dar lugar a hiperperistaltismo, es decir, exceso de movimientos gastrointestinales, y debe ser revisado por un especialista en la materia.