Es más que posible que algunos de los sucesos que a continuación se relatan los hayas vivido en tus propias carnes. Aunque también podría darse el caso que todavía (sí, sí, todavía) tú madre no haya empezado su particular cruzada contra eso que tú llamas salir a correr.

Estoy convencido de que en el 99,9% de las ocasiones, nuestras madres no son conscientes de cómo sus comentarios tocan nuestra línea de flotación y juegan con nuestros sentimientos de corredores. Aun así, sus más inocentes observaciones pueden ser más dañinas y perjudiciales que las pullas que nos lanza nuestro cuñado el runner en las comidas familiares.

Las siguientes escenas están basadas en hechos reales. Por preservar la intimidad de los afectados, no pondremos ni sus nombres ni sus nicks de Twitter.

Escena nº1

⁃ ¡Pero hijo! ¿Qué haces un domingo levantándote a las 6 de la mañana?

⁃ Es que tengo carrera, mamá.

⁃ Carrera hubieras hecho si hubieras madrugado así para estudiar cuando te tocaba.

El tono es lo que marca lo dañino del comentario, una indirecta lanzada directamente al centro del corazón del corredor.

Escena nº2

⁃ ¡Mamá! Salgo a correr un rato.

⁃ ¿Con este frío? Anda, ponte una rebequita que te vas a constipar.

⁃ Madre, que ya llevo puesto un cortavientos.

⁃ ¿Eso? Eso no abriga nada. ¡Yo ya no curo más catarros en esta casa!

Claro ejemplo de que las madres todavía no dominan el material técnico de última generación. Eso sí, el uso del sibilino arte del chantaje emocional se les da de lujo.

Escena nº3

⁃ ¡Hijo mío! Qué delgado estás. Da cosa verte...

⁃ Mamá, estoy a una semana del maratón y los entrenamientos me han afinado.

⁃ ¿Afinado? ¡Enfermo es lo que parece que estás! Mañana mismo te haces unos análisis.

¿Cómo explicar a una madre que estás en tu estado óptimo de forma? No hay manera, ellas logran quebrantar tu férrea confianza con continuos ataques sobre tu salud acompañando esta táctica con la técnica ancestral perfeccionada por generaciones de abuelas de cebarte cual cochino para el día de la matanza.

Escena nº4

⁃ ¡Mamá! Hoy he hecho marca personal en la carrera de 10 kilómetros que he corrido.

⁃ ¿Pero has ganado?

⁃ No mamá, no he ganado.

⁃ ¿Entonces...?

Y con dos simples frases hacen que tu momento de euforia se convierta en un páramo de desolación y ganas de colgar las zapatillas. Además, y para más inri, en la comida te pone un plato de canelones, tres filetes empanados con patatas y un flan de huevo porque te ve 'esmirriao'. Ya no hay marcha atrás… tu fin como corredor está cerca.

Escena nº5

⁃ Oye mamá, que salgo a correr un rato.

⁃ ¿Pero dónde vas con esas pintas? Esos colores fosforescentes, esas mallas prietas... ¿Tienes algo que contarme?

⁃ ¡Pero qué dices!

⁃ Es ese chico con el que corres, ¿verdad?

⁃¡Mamá!

⁃Si tu padre y yo te vamos a querer igual...

Algunas madres no entienden los modernos 'outfit' que las marcas de running proponen para los corredores y esto les lleva a confundir los términos, o quizá no, que ya sabemos de ese sexto sentido que tienen nuestras santas progenitoras.

Como habéis podido observar los ataques de nuestras madres pueden venir dados por distintos y variopintos motivos. Muchas veces se esconden tras el velo de la preocupación y otras tras una inocente ignorancia sobre el mundo de las carreras. Pese a todo no os fiéis. Son madres y son muy muy peligrosas.