Que si pronador, que si supinador, que si neutro... que si froilador (por aquel desgraciado accidente cinegético en el pie del nietísimo). Lo del tipo de pisada forma ya parte de la cultura, se sea corredor o no, y rara es la comida familiar en la que no sale el tema. “Pregunto por el tipo de pisada en la primera cita”, se lee en algún perfil de Meetic.

Lejos de ser algún tipo de fetichismo pedestre, raro es aquel que, corriendo, no se ha hecho un estudio de la pisada antes de calzarse unas deportivas o para hacerse unas plantillas a medida.

Ahora las zapatillas te dicen cómo tienes que pisar, buscando la rectitud, ayudando al deportista a no salirse del buen camino, buscando el equilibrio, buscando el centro, una especie de socialdemocracia de las zancadas. ¿Y lo de los renglones torcidos de Dios?

Pues bien, es la pronación un recurso natural del cuerpo humano para amortiguar de forma natural. Y poco más que añadir. O sí. Y es que la pronación, no es tan mala como la pintan, la cual significa vencer ligeramente la pisada hacia dentro a la hora de empezar el despegue en carrera. Vamos, vencer las zapatillas hacia dentro.

En un estudio que desarrolló Ben Wen junto a otros colegas en 1998 y que revisaron reafirmándose en sus conclusiones en 2012, llegaron a la conclusión de que las variaciones en las pisadas de los corredores, en especial la pronación (muy por encima de la supinanción) “no son concluyentes para señalarlas como causantes de lesiones. En otro estudio, el Doctor Benno M. Nigg llegó a una conclusión parecida, incluso fue más allá. Evitar la pronación reduce la amortiguación natural del cuerpo.

Pues bien, cuando una zapatilla evita la pronación, restándole libertad al pie, y a la larga debilitando sus músculos al no permitir ejercitarlos, consigue que la pronación, efectivamente, no se haga con el pie, y sí con otras partes del cuerpo, como rodillas o caderas, algo para lo que no están preparadas. También haciendo que el acolchado de las zapatillas tengan esa responsabilidad, cierto es.

Gebreselassie, el sobrepronador

Quizás no sea el mejor ejemplo de esto, pero por curioso merece la pena recordarlo. El gran atleta Haile Gebreselassie, un fuera de serie nacido para correr, tenía y tiene una pronación exageradamente exagerada (ver vídeo). Si bien es cierto que tuvo lesiones a lo largo de su carrera, tuvo muchos más éxitos. Y se puede afirmar que al no corregir la pronación al correr desde pequeño, su cuerpo se adaptó a ella de forma maravillosa.

Pues sí, no somos Gebreselassie, pero lo que no debemos olvidar que lo que sí puede causar lesiones es la falta de pronación en muchos casos, la cual sí conviene combatir.