Tienen su historia, aunque tanta, que algunas si fueran personas serían vejestorios, incluso caricaturas, en ocasiones, de lo que fueron antaño. No obstante, siempre tienen algo especial. A pesar de la masificación o de sus precios, o de su respetable orientación hacia el negocio del running.

Y todavía merece la pena seguir corriéndolas. Por lo vistoso, en la mayoría de los casos, de su recorrido. O por su dureza. Y todas tienen un nexo en común. Su ambiente, su público y los corredores que pasaron por ella.

Maratón de Madrid. Antes MAPOMA, ahora, Rock’n’Roll Maratón Madrid. Que su duro perfil y algún que otro problema logístico le haya ido apartando de la cabeza de las clasificaciones oficiales no quita para reconocerle su algo especial. Y es precisamente el saber que el tiempo que cualquier corredor haya hecho en los 42 km y pico de Madrid puntúa ‘doble’ en cualquiera de las versiones de recorrido que ha tenido.

La carrera pasa por el Bernabéu

Fuentes y monumentos históricos, y mucha gente durante todo el recorrido, saludan a los participantes. No tiene prácticamente ni una sóla zona desagradable de paso, ningún polígono industrial desangelado. Una fiesta del corredor en grado sumo. Su rollo es otro, muy diferente a la competencia en corredores de élite o perfiles planos de Valencia, San Sebastián, Barcelona, Málaga… No obstante, algún día deberán darle una vuelta, de verdad, al recorrido, y hacerlo aún más especial, para que esté acorde con su historia, siendo uno de los más antiguos de España.

Jean Bouin, Barcelona. La decana de las carreras por asfalto en España y una de las primeras de Europa. Disputada por vez primera en 1920, la prueba vivió y sufrió los principales cambios políticos del país durante el siglo XX. Cuando José Antonio Trabal, Luis Meléndez y Rossend Calvet organizaron la primera edición, el 1 de febrero de aquel año, decidieron ponerle el nombre en honor al atleta francés a Alexandre François Etienne Jean Bouin, muerto en la I Guerra Mundial, que logró la plata en los 5.000 de los Juegos Olimpicos de Estocolmo (1912) y que había logrado la plusmarca mundial en ‘diezmil’.

Para ellos fue una referencia y poco les importó su nacionalidad. Qué cosas. No así al régimen franquista poco después de terminar la Guerrra Civil. Obligaron a los organizadores a rebautizarla con el nombre de ‘Gran Premio de Año Nuevo’. Pocas variaciones ha tenido en su recorrido, y desde 1973, ninguna. Su última edición, la número 91, contó con 15.000 participantes.

San Silvestre Vallecana e Internacional. A pesar de sus 39.000 dorsales disponibles para la primera y los 1.000 para la segunda, se agotan. Los 20 y 21 euros de las inscripciones no parecen ser un freno para todos esos corredores que la tienen puesta en su calendario como un fijo. Y fijo que sus organizadores saben que si subieran el precio agotarían plazas igualmente. Quizás no lo hagan por responsabilidad social… Lo cierto es que es una gran carrera, con un recorrido especial, cuya nocturnidad y frío incrementan las sensaciones de celebrarse en una fecha especial.

San Silvestre vallecana

El runner medio está enganchado a ella. También el profesional. La iluminación navideña ayuda a ese concepto de carrera total, por eso está considerada la más importante del mundo dentro de la categoría de ‘sansilvestres’. Si alguna vez se está rondando los 38’ en diezmil, merece la pena hacer un último esfuerzo en el entrenamiento para obtener plaza en la Internacional. La ascensión hasta el estadio del Rayo llegó a recordar en ocasiones a las etapas ciclistas de montaña, donde la multitud, agolpada en las cunetas, casi impedía adelantar. Los niños, cargados con sprays de nieve dispuestos a ser usados, nunca faltan.

Mitja de Granollers. En los últimos años, esta prueba se partía la pana de la velocidad con el media maratón de Valencia, el cual, tras su última edición es ya la prueba de 21 kms más rápida de España tras el 58’48” que hizo allí Abraham Cheroben. Hasta ese momento era la de Granollers tras el 59’30” en 2008 del malogrado Sammy Wanjiru. Pero no es por eso por lo que está en esta selección.

Y es que la Mitja de Granollers tiene un ambiente tremendamente festivo. Público y voluntarios se muestran especialmente cariñosos. ¿Por qué? porque la sienten como suya. Que se celebre en un horario más tarde de lo habitual frente a otras pruebas, hace que la ciudad se vuelque. También la organización que da un servicio al corredor aficionado casi como si fuera de élite. ¿Y la bolsa del corredor? Símplemente espectacular… Ya, que es cara. Bueno, es lo que tiene la oferta y la demanda, y es lo que comparte con el resto de pruebas aquí seleccionadas.

Behobia San Sebastián. No es una media. Son 20 km… aproximadamente, ya que no está homologada. Ni falta que le hace para tener una demanda altísima de corredores, los cuales fueron 30.000. Como la San Silvestre, vende todos los dorsales disponibles.

Y a pesar de su masificación, la organización es perfecta, basándose en el sistema de salidas continuas. Resumiendo el total del recorrido, duro por esas ascensiones a Gaintxurizketa y a Miracrúz, no podría decirse que es excesivamente bonito ni sorprendente. Da igual. En el imaginario de los corredores se grabó hace tiempo como ‘carrera única’. Quizás la llegada a San Sebastián sea lo suficientemente espectacular para hacer olvidar esas primeras zonas por las que se pasa. Otra gran fiesta, sin duda, del atletismo en España.