Seguro que en más de una ocasión te has hecho la pregunta: ¿Es mejor correr al aire libre o en la cinta del gimnasio? ¿Cuál de las dos opciones es más recomendable para quemar mayor cantidad de grasa y ponerse antes en forma?

Aunque ambas alternativas tienen pros y contras, los beneficios del entrenamiento outdoors versus indoors son similares, siempre que tengamos en cuenta y apliquemos una serie de criterios.

Huelga decir que tanto una opción como la otra tienen fans y haters. Sin embargo, no son pocos los runners que dudan sobre la efectividad y los beneficios del entrenamiento bajo techo. A priori, correr en una cinta requiere de un menor esfuerzo en comparación con hacerlo fuera, sobre el asfalto.

Y es que tanto las irregularidades del terreno como los fenómenos meteorológicos son factores clave que inciden directamente sobre el consumo de energía y, en definitiva, en el rendimiento del corredor.

Salimos para afuera

Una de las principales ventajas de correr al aire libre es la posibilidad de practicar deporte en cualquier momento del día –sin la obligación de ceñirte a un horario- y lugar, lo que te permite disfrutar del paisaje o el entorno natural.

Además, si tienes la oportunidad de correr por zonas o espacios verdes, donde abundan los árboles y la vegetación, la cantidad de oxígeno inhalado será mayor y como consecuencia de ello, te cansarás un poquito menos.

Sin embargo, correr en la calle también tiene ciertas desventajas. Una de ellas es el desnivel del terreno, lo que obliga a nuestro cuerpo –más concretamente a los músculos que forman el denominado ‘core’- a tener que realizar un mayor esfuerzo para salvar las cuestas que encuentras durante el entrenamiento.

Otro hándicap de practicar running al aire libre es el impacto que ejerce sobre las articulaciones la dureza del asfalto. Una alternativa para paliar o mitigar este efecto negativo es correr en superficies o terrenos más blandos como césped o arena.

Nos vamos para dentro

Es obvio que la mayor ventaja de practicar running a cubierto es que ya puede llover, tronar o hacer un calor sofocante ahí fuera que la meteorología no va a importarte lo más mínimo ni condicionará tu ejercicio cuando estés subido en la cinta del gimnasio.

Gracias a esta máquina, que comenzaron a utilizar los atletas de élite para complementar sus sesiones de entrenamiento, podrás ‘salir’ a correr cuando te plazca, sin sufrir las incómodas gotas de la lluvia o las fuertes rachas de viento, y hacerlo siempre a una temperatura sumamente agradable.

Por otra parte, correr sobre una cinta te permite llevar una velocidad más constante y cansarte algo menos, ya que no existen inclinaciones del terreno. Además, correr en sitios cerrados proporciona una mayor seguridad al runner, sobre todo si lo comparamos con practicar este deporte en una gran ciudad. De este modo evitas coches, peatones, semáforos, etc. que te obligan a estar ojo avizor.

En cuanto a las desventajas, la principal podría ser el aburrimiento y la monotonía que supone correr en un lugar estático. Como consecuencia directa de ello, la fatiga o el cansancio podrían aparecer antes de lo previsto.

Por otro lado, el nivel de sudoración también es mayor al practicar running en un espacio cerrado. La cantidad de sales minerales que se pierden es mayor y esto obliga a beber más líquidos.

Conclusión

Llegados a este punto, volvemos a la pregunta del principio: ¿Es mejor correr al aire libre o sobre una cinta? Como conclusión diremos que ambas son dos magníficas alternativas, sobre todo dependiendo de la época del año en la que nos encontremos.

Si prefieres correr en una cinta, adelante, pero aplica este par de variables para reproducir lo más fielmente posible tus sesiones de entrenamiento al aire libre: inclínala un poco e incrementa ligeramente la velocidad.