Porque ya la la has corrido mil veces, tanto en su versión popular como en la internacional. Porque no te convence su precio. Porque es demasiado mainstream para alguien tan alternativo como tú. Porque ese día quieres ir relajada y sin adrenalina a la cena con el cuñado, habiéndote encontrado a ti misma en el silencio de la noche. Por lo que sea… quieres correr, pero fuera de la ruta de la prueba vallecana, y por eso estás leyendo esto. Aquí, planes paralelos.

El silencio de ese día en los parques madrileños suele sentirse especial. Uno, o una, no es capaz de sentir el 31 de diciembre como un día más, a pesar de que seamos conscientes de que la medida del tiempo es algo humanamente arbitrario.

Así, si te da por rodar por el Retiro a partir de las 19:00 horas, el estanque, el paseo de coches o la estatua del Ángel Caído te invitarán a repasar lo que ha sido 2014 y lo que será el año próximo. Ni si quiera a las 6 de la mañana durante el año hay tan, tan poca gente. Evita pasar por la esquina de la Puerta de Alcalá, o quizás seas absorbido por el murmullo de la San Silvestre, y te dé por ir a verla pasar.

Parque del Retiro, Madrid

Otro lugar que se convierte en onírico, cubierto de niebla en esa fecha casi todos los años, es el Juan Carlos I. Deberás ir más pronto que al Retiro para que no te quedes encerrado en él.

Las diferentes estatuas que lo pueblan (impresionante esa mano gigante que rompe los adoquines en la zona infantil próxima a la estufa fría) irán animando tus zancadas y tu respiración, y notarás cómo, en ocasiones, la parcial oscuridad total aumenta tus pulsaciones y tu ritmo de crucero, el cual te permitirá engullir lo que sea en la cena de después, por mucho que no hayas competido desde el Bernabéu al estadio del Rayo.

Será una especie de pequeño Vietnam el Parque Norte. Desde hace años se ha convertido en costumbre que los chavales de la zona se reúnan en determinados puntos del mismo para poner petardos.

Se les ve venir, no son peligrosos, y por eso se les puede evitar.  Al alejarse de ellos la sensación de sumergirse uno en una soledad relativa será mayor. Los perros, habituales cazadores de corredores, ya habrán sido paseados.

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Parque Norte de Madrid | Wikipedia

Abandonando la ciudad hacia el campo y la montaña

Son las rutas del monte de El Pardo, un lugar idílico para meditar mientras se corre. Más o menos paralelas a la carretera, lo suficientemente alejadas para que los escasos coches que pasan no deslumbren y para sentir la soledad del monte, te harán abandonar la zona de confort  habitual del resto del año. Mejor si vas acompañado y con frontal. Y en tensión para no tropezar con alguna raíz.

Y la última opción, La Pedriza. Quizás la mejor por lo atrevido de la misma. Normalmente, raro es no encontrarse con nieve. Habrá que ir con el material adecuado, con el móvil bien cargado y con una mochila con ropa de abrigo. Por si acaso.

Ruta por La Pedriza

Hasta los corredores más expertos pueden tener algún percance. No obstante, las rutas por allí están bien marcadas y llevando iluminación propia, no tiene por qué haber problemas. De nuevo, como en El Pardo, merece la pena no ir solo o sola.

Si te decides por esta aventura, posiblemente estarás decidiendo no cenar a la vez que tu familia y pasarla corriendo con algún amigo. No pasa nada: no es raro que sobre comida en casa y la crisis de estos últimos años no ha afectado.

Seguro que cenarás a la vez que los tuyos se toman las uvas. Y es que si te has decidido por llevar a cabo esta salida, seguramente seas de los que desde hace tiempo pasan de comerse las uvas. O de los que se las toman a destiempo.

Al fin y al cabo eres de los que pasan de la San Silvestre Vallecana… o de cualquier otra de las san silvestres que se celebran por España para irte a correr a esos sitios especiales que tiene tu localidad.