En cada charla post carrera, en cada sobre mesa tras las tiradas largas o en toda conversación por foro o grupo de Facebook salta siempre el mismo tema. Como Madrid o Barça, Los Soprano o The Wire… está abierta la guerra entre los que piensan que correr es un entretenimiento más barato que el aire o, en todo caso, es más caro que la tinta de impresora. Ver a ambos bandos intercambiar argumentos es un espectáculo, pero siempre habrá un momento en el que unos y otros buscan tu opinión: ¿Cuánto te cuesta a ti correr?, ¿Cuánto vale correr?

En lo que a mí respecta, considero que hay cosas que son caras y cosas que valen mucho. Mientras que lo primero es una cuestión de la cantidad que sale puesta en la etiqueta, lo otro es el valor que le acabas dando a ese bien o servicio adquirido. Ahí está mi diferencia entre entender que algo es caro o que, por el contrario, merece tener el precio que tiene.

1º.- En la prueba de esfuerzo

Si empiezas a correr, un gasto que no deberías dejar de hacer es una prueba de esfuerzo.  El dichoso nombre hace temblar a algún que otro valiente, pero seguro que las que no se salvan en ningún caso son vuestras carteras. Alguno la esquiva, dice que no es para él porque “si total, yo salgo un par de días a trotar y ya”.

Así hemos empezado todos: luego llega el notarte mejor, el subir los días, la intensidad. Cuando te quieres dar cuenta, vas a por marca en cada carrera. Y, lamentablemente, siempre hay un punto en el que el cuerpo dice “para”.

Nadie quiere verse teniendo que parar de golpe porque nota como se le cierra la garganta, como se queda sin aire o como las piernas empiezan a flaquear. Saber de dónde sales, cómo estás y hasta donde puedes llegar con tus condiciones no tiene precio; es más, saber antes de empezar que no puedes llegar a un cierto punto tiene como recompensa salvar algo que tiene un valor incalculable. Si puedes, hazla. Si no puedes, ahorra y hazla.

2º.- En las zapatillas de running

“¿Cómo voy a guardar para eso, si necesito unas zapatillas ya?” Ay, las zapatillas. Hay para todos los públicos, pesos, gustos y colores. Incluso las hay de un montón de colores para que no tengas que elegir uno en concreto. Pero pillín, hasta en eso quieres ahorrarte los cuartos: “voy a los grandes almacenes, me las pruebo dos minutos con algo de vergüenza y ya he decidido que quiero estas”.

Luego llega la compra en la web de retails, los días de entrega y el nuevo modelo en tu casa. ¿Y si no te quedan tan bien?, ¿Y si ese paseo de dos minutos no te anticipa lo que te vas a encontrar cuando lleves 10 kilómetros con ellas?

Pasarte por una tienda física o aprovechar una feria del corredor para abastecerte te va a dar un plus: puede que pagues algo más que en Internet, pero la persona que tienes delante sabe de zapatillas más que tú. Es más, me atrevo a decir que tiene más claro cómo corres que tú mismo. Siempre tienen consejos, experiencias propias y ajenas y, por encima de todo, más conocimientos de los que puede dar un foro. Siempre me he encontrado, al otro lado del mostrador, a gente que sabe de qué habla… y desde pequeño me han dicho que tengo que dejar hablar a los que saben.

3º.- En la inscripción a las carreras

¿Y ahorrar en las carreras? No digo apuntarse en la apertura, con ofertas de grupos o inscribirse a todo sorteo, sino dejar de hacerlas. O peor aún, hacerlas sin dorsal. De esto último no quiero hablar porque se me encienden todas las alarmas, pero lo de no correr también me resulta raro.

¿Cómo saber que mejoras? Si haces las cosas porque quieres ver una evolución, esta no siempre se ve en que llegas a coger ese autobús que se escapa. Hay cosas que solo puedes ver cuando te pones un dorsal: si eres capaz de ir más rápido, si puedes mantener la velocidad media a pesar de que el terreno cambie, si superas los tiempos de tus compañeros de entrenamiento… muchas veces, el precio de una inscripción es más que la camiseta de colorines o la bebida isotónica que te tomas al llegar.

Cada uno le da a las cosas el valor que quiere. ¿Es caro correr, es barato? Es como todo en esta vida: yo nunca me posiciono en un bando. Y si me insisten, me acuerdo de una frase: “si amas mucho el dinero, ten cuidado: no querrás que se convierta en tu único valor”.