La mayor parte de las personas que practican deporte buscan superarse en sus objetivos y para ello quieren nuevos retos. Las carreras de obstáculos están de moda en el panorama deportivo y más de 5.000 personas participaron en la Farinato Race que se celebró en Villanueva de la Cañada el pasado y lluvioso sábado 16 de abril.

Barro, agua, alambre de espino, obstáculos electrificados, muros y cuerdas son algunos de los escollos que había que superar en la última Farinato Race, celebrada en Villanueva de la Cañada (Madrid). Cinco kilómetros era la distancia que nos separaba de meta. No sólo eso: más de 20 obstáculos nos esperaban en el recorrido.

Amaneció el día tenue, lúgubre y muy lluvioso, pero eso no nos quitó las ganas de llegar a recoger el dorsal que daba acceso a una prueba muy dura.  El equipo virtualtecnopolis.com al completo rebosaba ilusión y ganas, pero a la vez estaba presente el temor de enfrentarse por primera vez a una ruta extrema.

Una vez en la línea de salida, 12:10 de la mañana, y después de intentar adquirir los conceptos de los más preparados, los nervios se liberaban con música, saltos y gritos. Al unísono, los 200 farinatos de la 9ª tanda corrimos al grito de "¡A por la victoria!".

Primera carrerita al trote y muro de dos metros de alto. Ayuda de los compis y a hundirse en el barro. Al rato, guantes fuera, pesaban demasiado. Seguimos la ruta y aparecen las primeras y divertidas bajadas y subidas por el monte. Todo costaba más con nuestra compañera, la lluvia.

Sin perder la sonrisa, las ganas y esperando a los compañeros, llegaban los primeros obstáculos de carga. Tronco arriba y tronco abajo. Después de aliviar el peso seguimos el camino. Siempre entre risas y caídas, por su puesto, la cámara de Dani era testigo.

Después de esto superábamos alguna pirámide invertida, vaya abdominales los de Rober, cruzamos las piscinas del parque acuático, cargamos con sacos de arena y nos mojamos en los riachuelos de la zona… Sin olvidarnos de los calambres de esa alambrada electrificada que pasamos con el pecho pegado al suelo. ¡Qué dolor!

Pero lo peor estaba por llegar y así lo anunciaban los familiares y amigos que se acercaban a dar ánimo. Varias trincheras de barro, con el agua por el pecho, una cuerda de 6 metros, que nadie subimos, y una alambrada de espino ponían punto y final a dos horas y media de diversión, superación y compañerismo.

El objetivo real era terminar, pero nos encontramos con una experiencia gratificante en la que todo el equipo disfrutamos de la prueba. Quizá sin la ayuda de mis doce compañeros, no estarías leyendo esto.

Desde el día en que decidí inscribirme en Farinato Race sólo pensaba en que fue un error por mi escasa preparación. Ahora sólo puedo reproducir el lema de mi medalla de ‘finisher’: "No hay mayor victoria que vencerse a sí mismo".