Un 11% del precio de unas zapatillas de running es lo que va destinado a la investigación de nuevos sistemas o materiales, cuya función, según las diferentes campañas de publicidad de las marcas, es la de disminuir la probabilidad de lesiones. Esto es lo que revelaba un estudio de 2009 de Consumer Internacional, y que no han vuelto a repetir.

Si bien podría parecer un porcentaje pequeño ese 11%, necesario para lanzar un nuevo producto y vender la novedad, pues se entendería que si lo duplicasen reducirían las lesiones a la mitad, aumentarlo sería ridículo.

Porque a falta de estudios más actuales sobre nuevos sistemas, como son Boost, Fresh Foam, Metarun, MegaBounce… no hay ningún estudio que indique que con la goma eva, o con el air (prácticamente desaparecido el running), o con el torsion, o con el pump... (nombres de sistemas de grandes marcas), los porcentajes de lesionados fuesen mayores que con los materiales que han ido llegando después, se supone que tras arduos procesos de investigación.

Lo cierto es que no existen evidencias serias de que las zapatillas de running eviten lesiones, y menos si son utilizadas como si fueran airbags contra el suelo, sin ningún tipo de técnica a la hora de correr. De hecho, sí existe un estudio científico, el de Craig Richards para el Bristish Journal of Sports of Medicine, que dice que las zapatillas amortiguadas no evitan lesiones.

Cuanto más caras, más lesiones; cuanto más nuevas, más lesiones

Aún hay más: sí hay varios estudios que indican que si cruzas las variable del precio de las zapatillas con los lesionados, se observa que aquellos runners con las zapatillas más caras se lesionan más que los que tienen zapatillas más baratas.

Y no se vayan todavía, porque incluso otro estudio asegura que con zapatillas nuevas la probabilidad de lesión es mayor que con zapatillas que ya están acomodadas a los vicios de los pies; es decir, aquellas que permiten que la biomecánica del corredor sea más libre.

Esa fue la conclusión que sacó Barry Bates, del Laboratorio de Medicina Deportiva y Biomecánica de la Universidad de Oregón en el Journal of Orthopaedic & Sports Physical Therapy.

No son los únicos estudios en esta línea. De estos y de otros de cierta fama se hicieron eco en el ocurrente, divulgativo y a la vez divertido libro ‘Por qué corremos’ los autores argentinos Martín de Ambrosio y Alfredo Ves Losada.

En resumen, conviene aprender a correr como cuando se aprende a jugar al tenis o a nadar. La técnica es importante. Como lo es el conducir. No por mucho que el airbag sea un invento maravilloso vamos a ir chocándonos todos los días. Pues al correr, igual: se tú el que mandas al amortiguar y que tus zapatillas sólo sean un complemento.