Articulaciones y músculos están igual de despachurrados. Son el ejército de zombies llorosos que un día reinaron por las carreras. Estos son los lesio-runners. Ahora nadie les convoca a esas quedadas. Leen las redes sociales y no pueden disfrutar de esas carreras. Han pasado a ser corredores lesionados. Invisibles, de repente.

No te rías de ellos. En el caso más sensato de la historia, toda persona que ha hecho ejercicio ha pasado por fases de dolor. Es natural. Comienzas, aprietas, progresas, el cuerpo te manda una señal de alerta. La ignoras, aprietas más y el organismo te manda la señal definitiva. Chas. Llega la lesión.

En esta progresión natural en todos los corredores, todo llega. Como bien sabes, porque te pasó, frente a la catástrofe, los corredores del planeta se dividen en dos tipos: los que asumen que la lesión les hará replantearse su esquema de entrenamiento y los que digievolucionan como un pokemon con una camiseta técnica verde chillón.

Definición de lesio-runner o ‘excombatiente del frente correril’ según la RAE (running academia de expertos): Dícese del áspero y todoterreno corredor que esquiva el dolor y sus revueltas.

¿Cómo podrás reconocerlo, si están lesionados y fuera de la circulación? ¿Corren o no corren, entrenan o no entrenan? Los oirás más que verás en acción. Atraviesan por una fase complicada. Les queda apiñarse como público en las aceras, viendo tu paso ciego.

Otros se alistan como voluntarios en las carreras. Si existiera la figura del ángel de la guarda de los runners, él sería uno de ellos. Te contaría sus batallitas y te daría mil consejos. Quinientos erróneos y quinientos útiles.

Pero al lesio-runner no se le pide mucho consejo. Digamos que purgan por sus pecados. Fueron duros y estajanovistas en su queja. Igual que entrenaron con inflexibilidad (cosa que los llevó a la lesión). Incansables buscando un traumatólogo que les permita seguir corriendo.

Tenaces estadísticos que rastrean su currículum reciente en pos de qué fallo (sin darse cuenta que no está escrito en sus notas, sino que todo falló en su cerebro).

Una cosa es cierta. Estos complicados familiares exdeportistas a los que matarías o abandonarías si no fuese tan (a) caro y (b) delito son parte del patrimonio del deporte recreativo. Habríamos sellado la cerradura de su coche para que un día no pudieran acudir a algún diezmil. Les habríamos dado los datos falsos del calendario para evitar coincidir en aquel viaje al maratón de Valencia.

Las tornas han cambiado. Aunque no puedan tirar de tu ritmo de medio maratón, mándales un whatsapp, hombre. Les hará ilusión. Nunca se sabe si tendrás que ver los toros desde la barrera por tus excesos presentes o futuros.

Ver un lesio-runner y entender su caída podría ser de utilidad.