Como tú y yo ya somos runners avezados, y sabemos de periodización, de descansos y de cómo preparar objetivos, es el momento de considerar si conviene hacer cross training y cuándo a lo largo del año.

Cada vez que hablo con algún deportista de alto nivel, me doy cuenta de que tiene sus propias técnicas para mantener la motivación, rendir más y no dejar de entrenar ni perder intensidad.

En lo que todos coinciden, especialmente si no se ganan la vida corriendo, levantando peso o subiendo muros, es que el momento en que dejas de divertirte haciendo lo que haces, empiezas a abandonar el deporte, y a la larga entrenar por entrenar.

Salvo entre los profesionales, que o entrenan o no comen, el mejor atleta es el que mejor se lo pasa entrenando y compitiendo. Y más tiempo lo hace.

A la hora de meterse en una sala de gimnasio

La mejor manera de ganar fuerza, un par de veces al año y para mantenerla el resto del tiempo es meternos en la sala de pesas. Afortunadamente existen alternativas a los gimnasios de musculación.

Crossfit es la actividad de moda y sus practicantes la adoran como pertenecientes a una secta. Consiste en machacarse el cuerpo de la manera más efectiva posible con ejercicios  de halterofilia, peso corporal, atletismo y otros sacados de las viejas y nuevas escuelas de entrenamiento de fuerza, con muchas repeticiones y muy rápido.

Como somos runners, porque nos gusta, conviene no perder de vista que al final lo que entrenemos debe servir para correr mejor y con menos lesiones, o para lucir mejor aspecto: el crossfit sirve para ganar fuerza y, como los ejercicios implican todo el cuerpo y alta intensidad, es un estupendo entreno cardiovascular. Eso sí: sólo es bueno si el objetivo queda lejos, o un sólo día a la semana en período de entrenamiento corriendo.

Existe una enorme oferta de actividades menos intensas en todos los gimnasios con ejercicios de fuerza y series en una hora. En el fondo, todos se basan en ejercicios básicos, en los que se utilizan piernas, core y tren superior con muchas repeticiones y poca recuperación.

Lo bueno es que esos ejercicios, como sentadillas, dominadas, fondos o saltos se pueden hacer hasta al aire libre, y que es un entrenamiento rápido.

Y no necesitan la fortaleza de ánimo de un entrenamiento convencional de pesas, algo de lo que huir por salud mental y mantener el buen humor.

Pero siendo prácticos y sabiendo que el tiempo es escaso y la motivación se mantiene en un difícil equilibrio y amenaza rodar por la ladera de la pereza la mayor parte de los días, la mejor manera de entrenar para correr sin correr es haciendo deportes de resistencia con exigencias parecidas.

Por ejemplo, el alpinismo y el senderismo o trekking: comparten con correr el escenario en la naturaleza, la resistencia cardiovascular y el protagonismo de core y piernas. Y añade las montañas y el uso de la fuerza en los brazos, que en tramos de escalada puede ser la protagonista absoluta.

La escalada no se parece mucho a correr en gesto deportivo, pero complementa todo lo que nunca trabajamos los corredores. Y sobre todo, proporciona sensaciones muy parecidas a correr. Aprender a moverse con el mínimo esfuerzo por un paño de roca lisa o desplomada es lo más parecido a recorrer kilómetros por paisajes naturales; si no lo crees, prueba a recorrer corriendo algún camino de montaña.

Y bueno, siempre están los deportes que se citan cuando hablamos de cross training: ciclismo, natación y esquí alpino. Es tan sencillo como sustituir una sesión de carrera una vez a la semana por otra de uno de estos deportes, siempre que no sea tu salida de series de velocidad, de técnica de carrera o la salida larga de la semana.

Que de lo que se trata al final es de correr, mejorar un poco y disfrutar haciéndolo, no cambiar de actividad favorita.