Los habrás visto en cualquier carrera de las que corres los fines de semana. Son habituales en las clásicas, esas carreras de barrio en las que uno se apunta in situ y que acaban con una botella de agua y una pieza de fruta.
Igual les habrás visto a la suya en el bar al acabar, apurando los cafés y acordándose de nombres que no te suenan de nada mientras tú te recuperas del esfuerzo. Ellos están frescos como una rosa. A su ritmo y con sus años.
Les reconocerás enseguida: son ese grupo de señores que ya superaron de largo los cincuenta y que no necesitan vestir de colores chillones para salir a correr. No saben lo que es el running porque ellos salen a correr: lo vienen haciendo desde hace treinta o hasta cuarenta años.
Primero en la pista, luego en esas carreras que hoy son decanas pero que entonces eran pruebas para valientes que se atrevían a correr en pantaloncillos.
Seguramente habrán entrado a meta a tu altura. Habrá alguno que te habrá pegado el palo en la recta de meta, dejando tu emoción por batir tu marca en una depresión porque “te ha ganado un señor mayor”.
No eres el primero ni serás el último: esos señores llevan años dejando en la cuneta a más de un valiente que se ha atrevido a plantarles cara. Es más, seguro que esos señores son los que en los orígenes de las carreras populares acumulaban podios y marcas.
Son tipos chapados a la antigua, con la camiseta de su club de toda la vida y sus anécdotas de siempre. Te podrán contar lo que era la San Silvestre Vallecana en sus orígenes o contarte como era hace treinta años la Jean Bouin. Los yayos del correr son tipos que se han curtido en carreras de todo tipo, que las han visto nacer y caer. Seguro que han visto a muchos como tú.
Quien tuvo retuvo y por eso siguen demostrando lo que valen: seguramente no te fijarás como van las clasificaciones de los Veteranos B o C de la liga, pero verás a algunos de estos respetables señores marcándose excelentes resultados. Hasta hace un par de años era habitual ver a todo un campeón como Domingo Catalán marchar en la maratón de Barcelona a ritmo de 5:00 el kilómetro.
¿Qué pueden aportarte? Mucho. Pueden no entender de zapatillas, pero seguro que las suyas se marcan más kilómetros que muchas otras. Igual no entienden del último reloj con GPS, pero tienen controlado su ritmo de cardio sin necesidad de pulsómetro. Me dirás que te aburren sus historias quizás, pero su conocimiento del terreno te puede dar un plus en la estrategia.
Pero si de algo te puede valer verlos en cada carrera es su ejemplo. Son tipos que las han visto de todos los colores: que igual corrían en el parque como delante de los grises. Gente que las pasó canutas de pequeño, compartiendo raciones pequeñas con sus hermanos. Tipos que tuvieron que moverse para forjarse un futuro.
Han vivido mucho, y a pesar de los achaques tienen todavía fuerza para salir cada mañana a sumar kilómetros. A su ritmo, que tampoco hace falta forzar. Que señores hechos y derechos sigan viviendo y disfrutando del deporte cada fin de semana nos tiene que hacer mirar el calendario de otra manera. Que viejos son los trapos y todavía limpian.