Algo que nadie te dijo era que la moda del correr podría ser como las demás. Confiaste en que un pantalón y cualquier camiseta valdrían para ello. Que lo importante eran las zapatillas. O unos buenos calcetines sin costuras. Pero no.

La misma evolución de aquello de salir a correr que te animó y convenció, ahora te arrastra al abismo. Es altamente improbable que, las marcas que te venden zapatillas cada año y medio, se conformen con el botín.

De un modo sumario, cada temporada te cambian las tendencias de la ropa. Y en este momento hay un diablillo revoltoso jugueteando con su dedo y escribe en la arena con el dedo “ya te lo dije”.

Del negro de tu primer invierno, que realzaba y disimulaba a la vez que te convertía en un ninja con gorro de competición, pasaron al blanco y rojo de las temporadas inmediatamente posteriores. ¡Sapristi! El blanco o el rojo y sus complicadas combinaciones y sus abominables abrazos de lycra. No a todos les sentaba bien. Para darle más marcha a la paranoia textil, entre medias, el caos del “qué me pongo que esto no es sólo salir a correr sin que me vean”. En las primeras carreras a las que acudías predominaban los rojos histriónicos y los azules corporativos. Colores más que jodidos para intercalar en tus sesiones de trote lobero.

La duda. Apasionado concepto. Fractal. Múltiple y divergente. ¿Compro un pantalón y calcetines para combinar con estos trofeos textiles de los 10 kilómetros de Xantipé? ¿Me abandono a la tendencia de presumir de camiseta con cartelería épica, sea cual sea el color? El pasmo.

Y, cuando tienes más o menos cuadrado el armario, y tus principios estéticos han batallado con tus principios de runner urbano, llega una nueva colección. Descubres que la estética de la primavera 2015 se tira a los colores pastel, a los tonos de tienda de cupcakes, a los añiles, verdes botella y jaspeados. Entrar en barrena o buscar un nuevo justificante hace que parezcas, no un deportista de la ciudad, sino un bloguero de moda buscando asesoría.

Se plantean escenarios que terminan saliéndose de madre. Lo incontrolable se descompone en momentos a cual peor. Si todavía vives con tus padres quizá estarás ante un descubrimiento ancestral. Algunos colores pueden inducir a confusión.

Pila de camisetas 'finisher'

-Mamá, ¿está seca la azul clarito? Salgo a correr con unos am… - pausa generada por el temor.

-La he tirado, hijo, creía que era para trapos. Si es como vieja -en efecto. Ha sucedido.

-Es un tejido nuevo, ¡mamá! ¿Cómo va a ser vieja?.

- ¿Eso es nuevo? Una camiseta nueva se ve que no está para trapos. Ahí está, en la bolsa de la basura.

- ¡Horror, mira cómo está!

-Ahora sí que ni para trapos. Lo que yo te diga - Desmayo y fin de escena.

Si vives solo podrías reutilizar ese otro cajón que contenía tus recortes y los recuerdos de tu vida pasada. Al fin y al cabo correr es casi tu nueva vida. Todo sea por el run y el fit. Es dar un paso y salir del amarillo fluorescente del chubasquero de todo el invierno. Asomar por el parque o el gimnasio con una capa de cortavientos cuando las temperaturas ascienden es una temeridad.

Escenario de reciclado vintage:

-Amor. ¿No tenías unas camisetas viejas por ahí, como para trapos? -psicología inversa. Vas a la búsqueda de la prenda original desmadejando las acciones del desuso.

-En esa bolsa sólo están las del fútbol tuyas y alguna del pueblo. Espera… -prepara una excusa sólida.

-Espero-ante todo, humor.

- ¿Tú no estarás buscando camisetas ochenteras para combinar con la barba esa que te estás dejando y parecerte a un ultra trailero americano?

- ¿Cari, ojeas mis revistas de montaña a mis espaldas?

-Ay, Kilian mío.

Y en esto, y no en entrenar en serio llueva o granice, se nos van los días. A la que te descuides, las marcas estarán en octubre presentando la gama de primavera de 2016. A saber qué colores y tendencias. Habrá que estar atentos. Abogo por las transparencias

Lo mismo quien acaba para trapos eres tú.