Normalmente, cuando has soñado algo muchas veces, la sensación al hacerlo realidad puede ser un poco decepcionante, ya que puedes haber puesto demasiadas expectativas en ello.  Sin embargo,  correr por Central Park no decepciona. Es todavía mucho más impresionante de cómo lo podíamos haber soñado.

Y es que la imagen típica corriendo en el Jacqueline Kennedy Onassis Reservoir (ese lago tan grande que hay en el parque) mide 1.5 millas (unos 2km y medio) con un fondo azul con rascacielos cómo si estuvieran dibujados, es impactante, pero los rincones que te encuentras si decides ahondar un poquito más y perderte por los caminos de tierra escondidos, son realmente más sorprendentes.

Hay zonas del parque que te hacen olvidar que te encuentras en mitad de la Gran Manzana, situándote más en un bosque perdido.

No sé si era la época del año tan especial de la primavera, pero los colores de los árboles te iban hipnotizando a su paso, así cómo los románticos puentes que te encontrabas en el camino.

He de señalar que, al contrario que El Retiro, este parque tiene sendas abiertas al tráfico, por lo que las mejores horas para correr son cuando éstas están cortadas. Los horarios sin coches son de lunes a viernes de 10:00h a 15:00h y de 19:00h a 22:00h. Y todos los fines de semana hasta las 6:00 de la mañana del lunes.

Otra cosa que me sorprendió es lo claramente establecidas que están las rutas dentro del Parque. Tanto para runners, como para ciclistas, como para paseantes, están marcadas con rayas en el suelo el uso de cada sendero, e incluso los carteles indican el sentido de los mismos.

Y además lo cumplen a rajatabla. Yo me equivoqué al principio de dirección en uno de ellos y rápidamente una amable señora me indicó a voces: “Wrong way, wrong way”.

Esto es algo que creo terminaremos por establecer aquí en El Retiro, porque la verdad que cada vez son más frecuentes los choques y los atascos debido a que todos los senderos tienen paso libre para todo el mundo (bici, patines, corredores).

Puede parecer un poco estricto al principio, pero una vez que asumes las normas, te das cuenta de que es mucho más seguro. Si es que, otra cosa no sé, pero prácticos, estos americanos son un rato.

Otra de las cosas que más me sorprendió fue los innumerables grupos de todas edades y tipos que se juntaban practicando deporte, sobre todo a la hora de medio día. Había de todo, Cross-Fit, Tai-Chi, Yoga…Además, el parque cuenta con muchísimas instalaciones interiores con canchas de tenis, pádel, campos de béisbol… no falta de nada.

Si vas a ir por allí, tienes dos opciones, descargarte uno de los planos que tienes disponibles en la web y estudiar previamente tu ruta…o elegir la alternativa “free style” y disfrutar de perderte por el parque, (ésta es la mía), pero aviso que te pierdes de verdad.

Yo tenía la sensación de que al ser rectangular y tener la referencia de los edificios me sería fácil ubicarme, pero no es así: hay muchos tramos, con caminos que suben y bajan, se cruzan y cambian de dirección, y al no ver más que árboles a tu alrededor, es fácil dejar de saber si estás yendo hacia sur o hacia el norte. Pero creo que esto es, precisamente, lo más maravilloso.

Ya sabéis, si vais por allí, no olvidéis meter las zapatillas en la maleta, porque la experiencia, sin duda alguna, merece la pena.