Dos o tres ratos a la semana, preparando vuestros 5 o 10 kilómetros o vuestro maratón. Despacio o deprisa. Algo va con ese sentido vuestro de la disciplina y que me dice que terminaréis pudiendo con todo.

Ya no hay tópicos. Nada ganamos siendo peyorativos. Compartimos pelotón hombres y mujeres. Es cuestión de tiempo, pues, para llegar a ese mágico momento en que viajemos todos revueltos en igualdad de número en trotes, carreras o entrenamientos.

Solo hay un problema de cifras y estáis dispuestas a terminar con él en ese cajón de 'las Navidades pasadas'.

Y cada día se sube un escalón. Las cifras de participación en nuestras carreras se van normalizando. En las más populares manifestaciones urbanas ha aumentado de manera evidente.

En la Cursa Bombers, 10 kilómetros por el centro de Barcelona, en tres años se ha pasado de 3.600 a 8.300 mujeres. Cada día -variando en este fantástico país, aún lleno de mastuerzos- son más normales las carreras que lanzan a la mujer a hacer deporte.

Carrera de la Mujer

¿Cuándo había soñado Sevilla con 9.000 dorsales agotados en una carrera de sólo chicas? Pero claro, ¿cuándo demonios había soñado la ciudad con ver 25.000 corredores por el Guadalquivir o que las bicicletas tomarían la red de transporte?

Poco a poco vais tomando el pulso de las mismas actividades que hasta ahora eran coto de los chavalotes, maridos, jefes de contabilidad o novios moteros.

Falta mucho para que lleguemos a la idílica situación de los norteamericanos. De acuerdo. Ellos empezaron a volverse locos por correr en los años setenta. En 2013 ya había dos millones más de mujeres corredoras que hombres. Mientras que en 1991 eran apenas un 25%, hoy día superan el 59% de los participantes totales.

¿Y el mundo del maratón?

Es un horizonte demasiado lejano. Es normal que nuestros grandes maratones tengan apenas un 10% de mujeres en meta pero hay varias razones. Hay que entrenar muchos más días y chocar con los ritmos diarios del trabajo y la familia.

La carrera transcurrió con normalidad

Llevamos dos o tres años de retraso en la participación en general de las pruebas de 42 kilómetros. El maratón en nuestro país sigue tomándose como 'el siguiente gran paso' del mundo del correr y eso le suma una exigencia que, por qué no, muchas mujeres se nieguen a dar aún.

Pero no hay excusas.

Y es que nada más hay que veros, girls.

En 2007 empecé entrenando a un grupo de mujeres que aseguraban estar 'a cero físicamente'. En la sesión inicial se juntó una veintena. Los mensajes más moderados (ah, la puñetera moderación) y suaves eran "¡pero si hace 37 años que no corro!", "a mí no me dejéis tirá como una perra por el parque".

Hablo de sentirse reconfortado como entrenador del mismo modo que las caras de alegría habían cambiado apenas cincuenta minutos más tarde.

Aquella mañana de abril dejó gente sorprendida de ser capaces de corretear durante casi media hora. Puedo decir que he visto cientos de miles de corredores y como la ilusión de un grupo de novatas hay poco.

Después vendrían más sesiones, ventosas, alegres siempre, soleadas y lluviosas. Únicamente había que dar con la tecla: variedad, charleta y mil risas. La misma receta que ha funcionado con los hombres que nunca pensaban que podrían estar corriendo pasados unos meses.

Sin embargo, han confluido varios factores. La crisis de ventas, la bomba del running y la emancipación de la mujer en las sociedades urbanas.

La mujer está siendo mimada por las marcas, las redes sociales y los medios de comunicación. Las chicas corredoras sois el gran objetivo de muchas miradas. Aportáis una frescura necesaria en cómo afrontar el loco y excelente hobby de hacer ejercicio. Y sois ciudadanas al 120%.

Dad una patada en el culo a esos hábitos y buscad tres huecos a la semana para sentiros mejor. El que mire, que mire.