Un fisio, un médico, un podólogo, un entrenador y un psicólogo. No es el arranque de ningún chiste malo. Son, nada más y nada menos, los cinco amigos que todo corredor popular debería tener en su entorno para que su vida deportiva sea lo más saludable y equilibrada posible, tanto física como psicológicamente.

Si en nuestro día a día a todos nos gustaría tener como amigos a un mecánico, un dentista, una abogado o un banquero, cuando nos calzamos las zapatillas nuestras necesidades cambian radicalmente.

Todos ellos valen su peso en oro para cualquier runner popular. Mataríamos por ellos. Y no es para menos. Unos nos ayudarán a prevenir lesiones, a tratarlas y curarlas, otros a seguir unas rutinas de entrenamiento apropiadas a nuestro nivel y nuestras posibilidades, mientras que otros evitarán que nos estresemos porque no conseguimos determinados objetivos y acabemos odiando el running.

El médico

Nos dará el empujón para empezar a correr y a hacerlo con buen pie. Primero nos recomendará un buen chequeo médico para comprobar el estado básico de nuestra salud y, a medida que nuestra mejora física sea evidente y queramos proponernos metas ambiciosas, sugerirá que realicemos una prueba de esfuerzo.

Con ella, a grandes rasgos, comprobaremos si tenemos un corazón fuerte capaz de soportar el esfuerzo al que le vamos a someter y nos aportará información importante -frecuencia cardíaca máxima, consumo máximo de oxígeno, etc- para que nuestro entrenador diseñe nuestros entrenamientos.

Si está especializado en la práctica deportiva, nos habrá tocado la lotería con él. Y a él, la mayor de las desgracias.

El fisio

Será al primero al que recurriremos ante la más mínima molestia o llamada de atención de nuestro cuerpo. Sufrirá nuestras quejas y llamadas a horas intempestivas porque el pinchazo del gemelo derecho que apareció en la última serie de 400, sigue molestando. Y él, con tal de que dejemos de llorar, nos buscará un hueco a primera hora de la mañana para acabar con nuestro sufrimiento.

Eso sí, por muy amigos que seamos, su consulta seguirá siendo la casa del terror y no tendrá piedad con tal de acabar con nuestros males. Además, por mucho que nos cueste, tendremos que seguir sus indicaciones y consejos para recuperarnos.

El podólogo

Los pies del corredor popular sufren en silencio esta práctica deportiva. Demasiadas horas encerrados entre las garras de los calcetines y zapatillas y sometidos sin piedad al sudor y a las rozaduras de zapatillas y calcetines viejos.

Ampollas, callosidades, uñas negras, hongos... Los mimará y los pondrá a punto para que podamos seguir sumando kilómetros, dándonos valiosos consejos para mimar y cuidar nuestros pies como se merecen.

El entrenador

Nos orientará en nuestros comienzos y cuando queramos mejorar nos marcará las pautas a seguir. Diseñará nuestros entrenamientos conforme a nuestros objetivos y nuestro estado físico y nos intentara disuadir de llevar a cabo todas aquella locuras que se nos pasen por la cabeza, aunque es muy probable que no lo consiga.

El psicólogo

Correr puede llegar a convertirse en una obsesión para muchos corredores populares: planes de entrenamiento, objetivos, ritmos, marcas personales... Nos ponemos de mal humor si no hemos podido salir a correr, aplazamos o cancelamos planes con amigos y familiares por salir a dar dos vueltas por el parque.

De hecho, correr puede llegar a generarnos más estrés que alivio. De ahí la necesidad tener a alguien a nuestro lado que nos dé una 'bofetada' cuando sea necesario para que pongamos de nuevo los pies en el suelo, no perdamos la perspectiva y sigamos disfrutando corriendo.