El otro día estuve hablando con un amigo runner de esos que llevan mucho tiempo corriendo. “Qué tal Ángel, ¿cómo llevas la preparación de la maratón?”, le pregunté. Su respuesta me dejó blanca. “Mal, muy mal, el otro día corriendo me arrolló una bicicleta y me he roto el codo”.

Iba escuchando música -con AC/CD su tirada larga de los domingo es mucho más llevadera-, un ciclista apareció por detrás de él justo cuando el cambiaba de sentido y... zas, los dos al suelo. El ciclista avisó, pero no se enteró.

La música se ha convertido en un gran aliado para los corredores populares. Nos da el empujón necesario cuando la pereza nos retiene en el sofá, nos acompaña en nuestros rodajes solitarios y en multitud de carreras. ¿A cuántos runners ves con los cascos puestos? Demasié…

Correr con música, aparentemente, no es ni bueno ni malo. Los profesionales o los corredores más pro te dirán que estás cometiendo un sacrilegio, que te pierdes la experiencia única de escuchar a tu cuerpo, de disfrutar de los sonidos de la naturaleza… Pero si te gusta, ¿por qué no disfrutar de dos placeres al mismo tiempo? Correr mientras escuchas a tu grupo favorito.

En plena competición, sin embargo, puede que no sea lo más adecuado.

1.- ¿Y si el mp3 o el móvil dejan de funcionar? Te tocará cargar con ellos y, ya te adelanto que es realmente incómodo. Puedes quedarte sin batería -no sería la primera vez que se te olvida cargarlos-, o cosas que pasan, el dispositivo puede reiniciarse y quedarte sin música. Si eres de los míos, es decir, una Stever Urkel Runner de la vida, es muy probable que suene el pistoletazo de salida y se te haya olvidado encender la música. ¿Qué haces?

A.- Te paras en medio de la marabunta para encender la música con el trastorno que eso supone para los corredores que vienen detrás como locos.

B.- Sigues corriendo e intentas solucionar el problema sobre la marcha corriendo a paso de tortuga, en zig zag, acelerando, frenando, sin mirar por donde pisas, cruzándote…

C.- Decides probar suerte sin música y que sea lo que dios quiera. Eso sí, tendrás que cargar con el aparato y los cascos durante todo el recorrido, 10, 15, 20 o en el peor de los casos 42 kilómetros.

2.- Por muy aerodinámicos y de última generación que sean, no existen los auriculares perfectos. Al menos yo no los he encontrado después de diez años corriendo y de haber probado una docena. En cuanto rompo a sudar o llueve y se mete agua en la oreja, se resbalan y se me caen. Y, de nuevo, a cargar con ellos.

3.- Puedes estorbar a otros corredores. No te enteras de lo que sucede a tu alrededor, puedes entorpecer a un compañero que intente adelantarte, provocar una caída o hacerte daño tú.

4.- El ritmo de la música condiciona tu ritmo en la carrera. Tendemos a acelerarnos y a venirnos arriba con las canciones más cañeras y a aflojar cuando baja la intensidad. A la larga podemos pagar estos bruscos cambios de ritmo. Pinchar, llegar totalmente desfondado o con la sensación de que podíamos dar un poco más.

5.- No te socializas. Cuando corres con música te aíslas. Vale que no vas a ir de cháchara toda la carrera, o sí, ¿por qué no? Con un amigo, con un improvisado compañero de carrera... Además, no querrás despistarte y perderte los ánimos de tus amigos, tu pareja o tus hijos que han hecho el esfuerzo de pegarse el madrugón para ir a verte.