Para empezar, tengámoslo claro: la pareja media gasta en un acto sexual entre 25 y 60 calorías. El equivalente a correr medio kilómetro a paso muy tranquilo para una persona de peso normal.

Evidentemente, cuanto más desafiante y atlético sea la cosa, más gasto calórico. Pero el sexo en sí añade poco: quemar cien gramos de grasa requiere entre 15 y 25 repeticiones.

Además de ser poco efectivo, en algún momento dejará de ser una manera placentera de adelgazar. Habrá servido como título para vender libros, pero “adelgazar follando” es prácticamente imposible.

Correr es algo más efectivo: diez kilómetros corriendo para una persona de 80 kilos de peso necesitarán en torno a 830 calorías como energía (esta calculadora online sirve para saber exactamente cuánto se consume por distancia según el peso corporal).

En condiciones ideales, se podría perder hasta un kilo de grasa cada 90 kilómetros. Mucho más efectivo que el sexo, aunque para perder peso con relativa rapidez aún parece que habrá que procurar no comer

Aun así el sexo y correr forman un buen equipo a la hora de adelgazar.

En la vieja polémica sobre si practicar sexo antes de una carrera es bueno o una concesión al descontrol impropio de un atleta, (que, documentada,  se remonta al menos a cinco siglos antes de Jesucristo), los estudios de los últimos treinta años parecen dar la razón a quienes opinan como algunos conocidos jugadores de fútbol brasileños poco amigos de las restricciones extremas y en cierta manera ideológicas más que apoyadas en evidencias. No sólo el pequeño gasto calórico no hace peligrar las reservas de glucógeno, sino que mejora el humor.

¿Y en qué ayuda no castigarse a adelgazar? Pues, de momento, a no dejar de correr. Mirado como se mire, el sexo y correr son ambas actividades físicas y que proporcionan disfrute: en ambas se liberan hormonas relacionadas con el bienestar, y con la consecuencia de sentir más confianza y una mejora en el metabolismo inmediata.

No sólo uno se va a sentir más eficiente, con más ganas de entrenar, sino que es mucho más probable que se adhiera a una manera de comer saludable sin mucho esfuerzo.

Correr y practicar sexo son las mejores maneras de conciliar el sueño: no hay nada mejor para estar relajado que una sesión corriendo montaña arriba y abajo o llevando a bíceps y manos al límite en un día de escalada. Mejor que cualquier entrenamiento en gimnasio, piscina e incluso en gimnasio de escalada indoor: la actividad al aire libre siempre se lleva más esfuerzo físico aplicando la misma sensación al no estar uno centrado tan sólo en la misma actividad.

Pronto en la cama con las parejas significa dormir bien, mejor recuperación y crecimiento muscular y mejor metabolismo. Sin despreciar lo que ayuda al sueño lo practicado a lo largo del día.

Dormir bien y no sentir ansiedad tiene aún otro efecto beneficioso a la hora de no engordar: los atracones nocturnos, motivo de más de algún michelín, desaparecen (quienes trabajan frecuentemente en el domicilio y de noche saben muy bien lo que son).

E incluso es más probable que no haya picoteos entre horas diurnos. Lo alimentos dulces, especialmente los grasos y particularmente el chocolate han sido clásicamente considerados como sustitutivos del sexo.

Sea o no verdad -en hombres y mujeres por igual-, alguien menos ansioso, de buen humor y bien dormido tiende a no abusar de estos alimentos dulces, responsables de hacer realidad las pesadillas de quienes no quieren tener que tirar a la basura pantalones e invertir en  ropa cuatro tallas superior.

Y no nos dejemos lo más importante: correr y el sexo se retroalimentan. Si uno corre, está más delgado/a y atlético/a por lo que se siente más atractivo/a y el sexo mejora. Y más sexo, hará correr mejor, cómo decíamos hace dos párrafos.

No hay mejor motivación para empezar a alimentarse con cabeza y hacer ejercicio, que es en definitiva la única manera de adelgazar, y huir de las dietas y su disciplina espartana e inútil. Incluso puede que uno empiece a ver corredores con sonrisas y menos épica asociada a este deporte.