Respira. Ya está, ya pasó. ¿Te sientes mal? Es lógico. ¿Te sientes peor? No entiendo por qué. Es algo normal, le ocurre a todo el mundo. La tensión, la presión por tener que cumplir, de aprovechar la ocasión al máximo... todo se va al garete. Y cuando alguien es testigo, dices las palabras que sabes que nadie se va a creer: “te juro que es la primera vez que me pasa”.

Como dijera en su día ese gran pensador conocido como Chiquito de la Calzada, “una mala tarde la tiene cualquiera”. Enfrentarse al abandono en medio de una carrera es una situación a la que cualquier corredor acaba enfrentándose en algún momento de su vida.

Da igual la razón: una inesperada lesión en el momento de mejor ritmo, un bajón de fuerzas, la falta de confianza... todas acaban dando con tus huesos en el suelo, besando la lona y dejándote fuera de la clasificación. Pero está bien: creerte invencible no te llevará a ninguna parte.

Unas veces se gana y otras se aprende. El abandono no es ningún lastre ni una mancha en tu expediente como corredor. Tener que tirar la toalla te hace evolucionar y esto es debido a que finalmente admites que algo no va bien: arriesgarte con una distancia para la cual no estás preparado y chocar contra ese muro invisible es quizás el mejor ejemplo que podemos encontrar para ilustrar ese abandono educativo.

No puedes presentarte a la salida de una carrera igual que a ese examen para el cual habías estudiado la noche anterior, apretando a tope y dejándote un par de temas en el tintero. Había ocasiones en las que la flauta sonaba y todo lo que habías estudiado tocaba; la mayoría, suspendías porque era todo lo contrario.

En una media maratón nunca te vas a encontrar que vayas desde el kilómetro 17 directamente a la meta: si no “hincas los codos”, acabarás hincando las rodillas. La mejor manera de acabar una carrera es haberse preparado para ella.

Alguno te dirá que para correr, primero tienes que saber caminar. Dado que estamos en una web sobre running damos por supuesto que sabes correr, pero no sabes hasta dónde ni cuánto: mantener un ritmo endiablado o salir a quemar toda la energía en los primeros kilómetros te dejará en una situación de debilidad de cara al tramo final. Acabarás abandonando si no tienes cabeza cuando te pones un dorsal.

Hombre corriendo por el campo

¿Crees que no se puede hacer peor? Es posible: si a esa salida a tope le sumamos un ego desproporcionado, tendrás un cóctel explosivo. Probablemente hayas visto alguna vez a esos corredores que llegan a duras penas a meta en las maratones, con las piernas dudas y una pinta de zombie que no pueden con ella.

Hay quien aplaude el compromiso y el esfuerzo, pero detrás de eso hay inconsciencia: tu cuerpo te envía señales de que algo no va bien y la mejor manera que tienes de responder es ignorarlas por completo. Fatal.

¿Qué me dices de la distancia? Es algo absolutamente normal cuando empiezas a engancharte al correr: acabas una carrera de diez kilómetros y piensas en que quieres hacer otra justo después. En seguida, tu cabeza da vueltas alrededor de la distancia de Filípides o te pones a mirar cual es la mejor carrera de montaña de tu provincia para ir a probarte.

Pisa el freno: domina una distancia antes de dar el paso, no te satures de kilómetros y disfruta tus salidas. Mi gran abandono fue en una media maratón de montaña, rondando el kilómetro 9, habiendo sido un día antes liebre de una carrera de 10kms a un ritmo que me resultaba cómodo. Sobrecargar el calendario pasa factura: puede que te inscribas a todas las carreras que veas, pero de eso a correrlas todas hay un largo trecho.

Para. Disfruta de esta ventaja que tenemos: no abandonarás en ninguna prueba si te limitas a correr lo que puedes correr. Si quieres ir a más, evoluciona: entrena cada semana, adopta un plan de trabajo y cúmplelo a rajatabla antes de enfrentarte a lo desconocido. Tienes la ventaja evolutiva de que aprendimos a correr hace millones de años: solamente tienes que encontrar como hacerlo de la mejor manera posible.

Y si todo esto no te funciona, recuerda: si lo has dado todo, si te has entregado al 100%, nunca fallarás.