El entrenamiento que reciben los astronautas antes de partir hacia el espacio es exhaustivo muy basado en los ejercicios dentro de la piscina, que recrea condiciones similares a las que se encontrarán en el espacio.
Sin embargo, si este entrenamiento en tierra es importante, no lo es menos el que tienen que llevar a cabo una vez se encuentran en la Estación Espacial Internacional (EEI).
Un estudio interno de la NASA afirmaba que, durante el tiempo que permanecen en el espacio, pueden perder entre un 0,4% de masa ósea al mes, cuando lo habitual en la Tierra es perder un 3% por década. El ejercicio, en este caso, más que un hobby es una obligación.
De hecho, los astronautas tienen que hacer ejercicio durante dos horas al día para mantener su cuerpo y sus músculos en plena forma para que, a la hora de dar paseos espaciales o, incluso, desalojar la EEI de emergencia, puedan estar totalmente preparados y prevenidos.
Para ello, dentro de la EEI hay diversas máquinas que, al igual que en un gimnasio convencional, sirven para que sus inquilinos pongan su cuerpo a tono. La única diferencia, y no es menor, es que en la Estación Espacial hay menos gravedad que en la Tierra, por lo que estas herramientas están adaptadas a ello.
1.- La cinta de correr: dispone de un arnés que mantiene al astronauta firme sobre la superficie de la cinta. Este arnés está compuesto, además, de unas pesas en la cadera y los hombros que hacen que el astronauta impacte con la superficie. Al principio, cuando llegan a la estación, este peso es el 60% del peso del astronauta, y va en aumento progresivamente hasta que llega al 100%.
La ventaja es que, si en la Tierra estamos intentando reproducir las condiciones de microgravedad del espacio para correr con menos impacto, los “runners astronautas” no tienen este problema y, mucho menos, lesiones producidas por la mala pisada. Tan solo con posar el pie en la cinta esta ya se mueve.
2.- La bicicleta estática: en este caso es muy similar a las que hay en la Tierra, aunque la posición natural del astronauta es estar de pie (o flotando, vaya), con unas sujeciones en las muñecas y pedaleando.
3.- Máquina de ejercicios de resistencia: es, quizás, la máquina que más difiere de las terrenales. Busca simular condiciones de gravedad para evitar la atrofia de los músculos de los astronautas.
En ella se pueden hacer sentadillas con o sin peso, elevaciones naturales con peso y diversos ejercicios de máquina. El peso máximo que un astronauta fortachón podría levantar es 272 kilos y, como en la EEI pasan astronautas de multitud de países y culturas, está adaptada a distintas alturas.
Como curiosidad, según apunta la NASA, los rusos y los americanos también difieren en los ejercicios que realizan en el espacio aunque, siempre, con un objetivo común: mantenerse en forma para evitar problemas musculares y óseos.