Hoy no apetece salir. Será el frío que te ha congelado los huesos en ese tramo desde la parada hasta la puerta de casa, el catarro que no acabas de pasar o el estrés que genera el final de año con sus cenas y compromisos, pero has de reconocer que las sensaciones no son buenas. Lo que fácil llega fácil se va, y no sólo hablo de las ganas de entrenar: si en verano no te perdías una carrera ni te saltabas un entreno, no veo porque tenga que ser diferente ahora.

Lo sé, me olvidaba: ahora hay muchas más obligaciones que en la época estival y la excusa de echar la 'cervecita de después de la tirada' con tus colegas pierde sentido cuando tienen puestos los botellines en la terraza del bar para que cojan temperatura, porque están más fríos a la intemperie que en la nevera.

Sin embargo, esos momentos con amigos o el tiempo libre no son el único homenaje que puedes darte corriendo. Si te cuesta volver a entrenar ahora, la mejor manera de plantear tu vuelta a los entrenos está en las recompensas: si es que la movida de los 'logros desbloqueados' de los videojuegos no iban muy desencaminadas.

En este gran 'dar cera, pulir cera' que vamos a empezar, os pido que rescatéis de vuestro fondo de armario los pantalones cortos y esa camiseta corta que os poníais en verano. Si os quedaba bien entonces, os quedará igual de bien ahora.

Me diréis que tenemos un problema, y es el frío: la clave está, pues, en no llegar a sentirlo. Encárgate de calentar antes de salir de casa: si vives en un edificio, no tienes más que bajar al trote por las escaleras y llegar a la calle a buen ritmo. Si vives en el primero, descuida: llama al ascensor y sube al ático... o sube a paso ligero hasta el último piso si te gustan las emociones fuertes.

Si el problema es la lluvia, suma una capa impermeable al pack. La respuesta es sencilla: correr con frío es más fácil que correr con calor. Siempre puedes atarte a la cintura esa sudadera que te has puesto al salir o, en todo caso, volver a ponértela si sientes frío; ahora, si ya te has quitado la camiseta en un día caluroso, no hay mucho más de lo que puedas desprenderte.

Además, los maniáticos de las marcas sabrán que en invierno las altas presiones reducen los vientos fuertes y propician el salir a por marca. Os lo digo yo: he escuchado a gente decir que le ha salido una mala carrera por culpa de una ciclogénesis explosiva.

Esto nos lleva al siguiente premio, que es superarse a sí mismo: en invierno, el número de pruebas aumenta de manera exponencial y, con ellas, las posibilidades de conseguir un objetivo.

En mi retorno al atletismo popular, tuve un otoño-invierno en el cual logré pegarle un golpe de un minuto menos al tiempo final por carrera desde septiembre hasta enero. Venir con una buena dinámica del verano ayuda si se mantiene hasta ahora, pero tu cuerpo tiene memoria y responderá si vuelves a estimularlo.

Lo importante no es llegar, sino mantenerse: mientras tus amigos están hibernando, tú sigues currándote cada entreno como si fuera el último. Ya intentarán pillarte en primavera, por lo que puedes estarte tranquilo que para entonces jugarás en otra liga.

Lo que nos lleva al último gran regalo que vas a hacerte en este momento: un reto. Llega el año nuevo y, con él, los propósitos que todo el mundo se hace. Ahórrate la cuota de entrada del gimnasio (y más si cabe si nuestros compis de la sección de Fitness te ayudan a ponerte en forma con unas gomas o un par de botellas de refresco) e invierte esa paga extra (si tienes la suerte de tenerla) en asumir un objetivo a largo plazo.

Si tu intención es hacer una maratón al inicio de la primavera tienes que empezar a trabajar ya, así que levanta el culo de la silla y ponte a entrenar. Y si quieres hacerlo en el próximo otoño, que menos que hacer un par de medias maratones este invierno.

No queda mucho para que los 21,097 kilómetros sean la distancia standard de cada fin de semana, así que extiende tus tiradas largas y lánzate a por un nuevo regalo.

Si con todo y eso no te animas a salir a entrenar, siempre queda un plan de emergencia. Antes de salir, deja a fuego muy bajo una olla repleta de tu legumbre favorita con sus verduras sofritas e importantes cantidades de derivados porcinos. Ya verás que entreno te sale con esa recompensa haciendo “chuf chuf” en casa.