Bien, muy bien. Has decidido sumarte a esa gran panda de locos que somos los raners. Te ha picado el gusanillo después de ver a tantos amigos y conocidos en pantalón corto durante los últimos meses. Aunque la gota que ha colmado el vaso ha sido tu vecino del quinto, al que le sobraban algunos kilitos. En unos meses se ha puesto fino, fino. Y has pensado, si él puede ¿por qué yo no? Te has puesto en el móvil la melodía de Roky IV y te has equipado hasta el último detalle. Ya nadie puede detenerte...
O sí. No te emociones demasiado. El primer mes como corredor popular puede ser un auténtico infierno, especialmente para quienes abandonaron cualquier actividad deportiva antes de la pubertad. Así que toma nota si quieres sobrevivir al primer mes y no tirar la toalla antes de tiempo.
Lo más importante, no consumas todas tus ganas de correr el primer día. Saldrás a la calle, comenzarás a trotar como si no hubiera mañana y finalmente te pararás rojo con un tomate, con la cabeza a punto de estallar y con unas ganas de vomitar impresionantes. Pensarás, “esto es muy duro, pero soy una máquina, he conseguido aguantar por lo menos, media hora corriendo”. Pero el reloj te pondrá en tu sitio... ¿Cómo?, ¿sólo tres minutos? No puede ser. El reloj está roto.
No tires la toalla. Nadie dijo que fuera fácil. Lo que te ha sucedido es lo más habitual así que el próximo día que salgas a correr debes tomártelo con más calma. Lo más sensato es que alternes correr con caminar. Verás que así es mucho más sencillo llegar a media hora haciendo ejercicio, y, además, te quedarás con la sensación de querer repetir la experiencia.
Ni se te ocurra salir todos los días a correr. Te has tirado los últimos quince años -si no más- tirado en el sofá. No pretendas correr en un mes todo lo que no has corrido en la mitad de tu existencia. Podrías lesionarte. Dos o tres días a la semana son más que suficientes para empezar. Planifica cuándo te viene mejor rascar media hora a tu apretada agenda y no faltes a la cita.
Prepárate para sufrir la tortura de las agujetas. ¿Cuándo fue la última vez que tuviste? Es muy posible que no lo recuerdes, así que ya te anticipo que los primeros días te dolerán hasta las pestañas. Es el doloroso precio que tendrás que pagar por dejar atrás la vida sedentaria. No te confíes y pienses que te vas a librar de ellas. Pasadas 48 horas querrás morirte del dolor y caminarás igual que Robocop.
Siempre es mejor correr en compañía que solo. Intenta 'engañar' a un amigo, a tu pareja en tu nueva locura o, por qué no a tu vecino del quinto. Si ya es runner, mucho mejor, estará deseando llevarte al lado oscuro y te acompañará y aconsejará en tus comienzos.
Apunta en una cartulina bien grande los motivos por los que has decidido comenzar a correr. Y anota también en un calendario, bien visible -la puerta del frigorífico suele ser un lugar magnífico-, tus gestas y logros. Te servirán de motivación para seguir adelante. Cada vez que sientas desfallecer tu ánimo, échales un ojo.