Si te has medido al monstruo y has salido vencedor, enhorabuena. Me da igual si fue en la KM0 madrileña, en el Ironman de Barcelona o en la meca de Kona, ganarle la batalla al “bicho” más temido del triatlón tiene todo el mérito posible.
Ahora, medirte a un triatlón de larga distancia siempre tiene su contraparte, y es que al otro día estás absolutamente reventado. Te hayas preparado a conciencia o te hayan faltado algunos entrenamientos (siempre según tu opinión), al otro día nadie se libra de “hacer el robot” en su vuelta a la normalidad.
¿Como te sentirías si tuvieras que aguantar esas agujetas todos los días de tu vida?, ¿y si te dijera que hay gente que sufre ese dolor sin ni siquiera subirse a una bicicleta o sin echarse al mar a nadar cuatro kilómetros? Hay gente que, aún no se sabe porqué, tiene que enfrentarse a un Ironman cada día para cosas tan normales como levantarse de la cama o salir a comprar el pan. Los afectados por la fibromialgia, el síndrome de fatiga crónica o la sensibilidad química múltiple no son hombres o mujeres “de hierro”, pero cada día se sienten como ellos al acabar.
Un loco del deporte como Raúl Santos sabe de primera mano lo que es esto: sabe lo que es acabar hecho polvo tras una gran prueba y sabe lo que un afectado por fibromialgia sufre cada día, dado que un miembro de su familia está diagnosticado con la misma. Conocedor de la situación y con ganas de hacer algo por ellos, el año pasado se juntó con un grupo de amigos para, según sus palabras, “hacer visible lo invisible”.
Se entrenaron a tope para el Ironman de Barcelona y, con la ayuda de mucha gente, lo hicieron mostrando una cara solidaria con la iniciativa #IMHEART. El resultado no sólo fue un éxito, sino que trajo consigo una avalancha de reconocimientos que no se esperaban.
En un año, han pasado de ser seis locos intentando acabar un Ironman a toda una familia que crece cada día. Con la comercialización de unas simples pulseritas y diversos retos (como la #IMHEART121, con la que conectaron Palamós y Barcelona corriendo en un día) han conseguido recaudar fondos que se han donado a diferentes iniciativas que buscan darle visibilidad a la fibromialgia, al SFC y al SQM, auténticas desconocidas para el gran público y de las cuales aún no se conocen cura.
Pero la guinda al pastel la vivieron este verano: un grupo de más de treinta corredores acompañó a un atleta, Jose Molina, en el reto de acabar su primer triatlón de distancia olímpica (1,5kms de natación, 40kms de bicicleta y 10kms corriendo). El hándicap de Jose es que se plantó en la triatlón de Tarragona sabiendo que desde hace un par de años está diagnosticado como afectado por la Fibromialgia. No sin sufrir, el corredor vio su sueño cumplido, arropado por un equipo que ya es una familia y que ya está presente en otras grandes pruebas como la Trailwalker o recientemente en la dura Oncotrail.
La próxima gran cita de los chicos de IMHEART llegará en Marina D'Or, donde el equipo se enfrentará al 226 Pure Triathlon. Pero los retos no acaban ahí: quieren volver a dar la cara por la fibromialgia, el SFC y el SQM en mayo, pero doblando la apuesta. Motril acogerá en 2016 la primera prueba de triatlón de tipo ultra (10kms nadando, 421kms de bicicleta y 84kms de carrera a pie) que se celebra en España y un equipo de IMHEART estará allí, preparado para plantarse delante de la enfermedad y decirle sin miedo “hoy, el dolor lo elijo yo”.