Si tienes familia, es decir, pareja e hijos y no comparten tu afición por el deporte, lo más probable es que hayas vivido algo como esto: llegan las vacaciones, o el fin de semana, y te toca elegir entre ir por tu cuenta a hacer actividad y renunciar a la familia, o renunciar a la actividad y pasar el tiempo con ellos.

Porque por más que tu pareja pueda ser comprensiva y acompañarte a asegurarte en zonas de escalada e incluso esperar a que bajes de intentar batir el récord de ascensión a la arista Hörnli del Cervino, no deja de ser injusto y fuente de conflictos. Puede ser tan aburrido como para ti dos semanas en la playa.

Entre los  kilómetros de costa y las montañas en España y Portugal, encuentras un buen número de posibilidades, para una solución de compromiso, sin renunciar a nada, ni tú ni tu familia.

El minimalismo de llegar a una zona de bloque con una colchoneta y pasar un par de horas probando problemas gana de largo a todo el embrollo de cuerdas, mosquetones y seguros, y con la ventaja de que si llevamos niños no les caerá nada en la cabeza ni están cerca de barrancos. Si en estas zonas hay caminos de montaña que recorrer corriendo, estamos en el sitio con encanto y turístico perfecto.

Por ejemplo, Tarifa, en Cádiz. La zona de bloques de arenisca de Bolonia, con formas espectaculares, protegida del viento, buenas caídas y calidad excepcional, merece una visita por sí misma.

Caminar y correr por las sierras de la Plata, San Bartolomé y demás sierras del estrecho no deja indiferente. Y lo mejor: todo dentro del entorno de algunas de las mejores playas de la Península Ibérica, con paisajes al gusto de todos y servicios turísticos infinitos sin llegar a la explotación destructora de otros lugares. Si el viento de levante lo permite, el buceo y el kitesurf son actividades marca de la zona.

El agua está mucho más templada y el buceo es de más calidad en Jávea, Alicante. Jávea posee, cerca del Cabo de la Nao y entre las playas de la Granadella y Ambolo algunos de los mejores acantilados para escalar sobre el mar (psicobloc), con la cueva de la cala de Ambolo como estrella.

A muy pocos kilómetros y al otro lado del macizo del Montgó, Les Rotes posee una larga franja de arenisca desplomada sobre la playa en un entorno precioso. Correr por el Montgó, la Granadella o por la zona de la Nao es un placer, en una zona con naturaleza sorprendentemente bien preservada pese a la oferta turística.

Más difícil puede que resulte conciliar todo en zonas de interior: el frío y calor excesivo de Albarracín o Las Tuerces no te lo ponen fácil fuera de los meses templados, y la oferta turística activa alternativa no es tan amplia.

No hay problema: es el momento de conciliar turismo gastronómico y cultural con las actividades de montaña. Se abre un enorme abanico de posibilidades en las zonas cercanas a la sierra de Gredos, como el Burguillo (que, además de una zona de búlder con un granito de enorme calidad tiene algunas de las ascensiones más agradecidas para corredores por el Valle de Iruelas), Salamanca o la sierra Madrileña. Los habitantes de la zona centro son quien mejor lo tienen, en compensación por la lejanía de la costa.

En la práctica no es casi nunca necesario que te esmeres en elegir la zona en que tu familia y tú podéis pasar unos días y disfrutar todos por igual.

Sitios perfectos hay unos pocos, pero casi siempre, en un radio de pocos kilómetros se encuentra la posibilidad de combinar escalada de bloque y carrera de montaña con el ocio de tu pareja y las actividades para todos y lo he podido comprobar yo mismo en vacaciones en Almería, Mazarrón o Llanes recientemente.

La geografía española es así de generosa, y no hay motivo para no disfrutarla, mientras el clima y las grúas lo permitan.