El entrenamiento del domingo por la mañana. Toca desmelenarse con unos kilómetros y ha corrido la voz. Asiste alguien nuevo o que cambia de grupo.
¡Ay, el nuevo! La presa.
¡Arranca el momentum y de manera inmediata el líder, el guía natural, toma el mando. Este día no habrá risas o chascarrillos durante los primeros minutos. El Macho alfa sale tirando. Si supo de antemano que venía la presa, te toca ver los talones de sus nuevas zapatillas, las culeras del pantalón o, sí, la camiseta alusiva. Su más bestia prueba o dura o montañosa aventura. Los latinos añadirían ‘bestius, miticus’.
Y es que no son sus fuerzas las que orientan su correr. Son sus hormonas.
Corre con la tensión en su cara. Habla, si es que hay conversación, sobre esos tiempos. Si alguien menciona un maratón él sacará la calculadora y los curricula. Si hay que pasar frío, correrá con tirantes hasta en Soria. ¿Abrigarse? Sus prendas de compresión le postrarán ante las puertas del infierno. Todo sin una queja.
Chequea, por si no te habías dado cuenta, a tu alrededor. Ahora te encaja, ¿eh?
¿Tener un macho alfa en el grupo es comprar entradas para el coliseo romano o acercarse al abismo?
Pensándolo bien, claro que se puede disfrutar de un macho alta. Siempre es un elemento sociológico de primer orden. No se podrá ligar mucho con él salvo que sus hormonas oteen equivalencia y compatibilidad. Pero ¿dónde vas a encontrar una personalidad tan acusada y que entre al trapo con tanta facilidad?
En efecto. Entra. Te llevas unos revolcones intensos pero muchas veces puedes formar parte del show. Acelera un rato y ponte a su lado. Conversa con él. Acelerará. Sigue hablando. Volverá a acelerar.
Claro que se puede porque no quiere decir que el alfa sea el corredor más rápido del grupo. Simplemente se deja llevar por la ley de la selva. No puede con ello. Es que le llama. Los casos extremos solo toleran ser el más duro y veloz del grupo, pero ya estarían un peldaño justo antes del aislamiento social.
Habéis parado. ¿Se le habrá pasado ese ímpetu?
Tienta la suerte. En los estiramientos las pulsaciones bajan y se habla más. Su tono y dominancia intenta redondear la faena. No suele haber límites: ni la batalla de sexos se escapa a su lengua ni el calendario. ¿Se enfrían los temas o se acaban? No hay problema. Hay para echar órdagos.
Un nuevo maratón, una nueva vuelta de tuerca a un plan de entrenamiento o beber la jarra de cerveza más asesina y enorme o comer más torreznos o patatas bravas que nadie.
¿Selfie con los torreznos? Me haces dudar. Es más urgente su paso inmediato a las redes y un ‘jojojo’ de texto adjunto.
¿Te ha gustado la expedición? La próxima semana preséntate como víctima propiciatoria en otro grupo de conocidos y déjate varear. Como un olivo. La sociología runner es el hobby transversal del futuro.