En cualquier caso, dejar esa subjetividad de vez en cuando es necesario para analizar nuestras cosas malas, los defectos que acompañan a la mayoría de aquellas personas a las que les da por correr por placer. Sobre las bondades del running ya hay millones de bytes escritos. También sobre lo bueno que es tener una pareja runner.

Por eso, aquí encontrarás lo malo de los/las corredores/as, que se hace más patente cuando tu compañero o compañera es runner.

1.- Siempre están pensando en lo único y siempre están hablando de lo mismo. Y casi nunca es el sexo. Da igual que la conversación con los colegas o conocidos gire en torno a cualquier otra cosa. Meterán baza, relacionarán cuatro conceptos y en un abrir y cerrar de ojos se estará hablando de correr, planes, zapatillas… Compartirán hazañas que te tocan un pie.

2.- Los fines de semana se levantará muy pronto y te despertará. Como tengas el sueño ligero, date por jodido/a, olvídate de ser la bella durmiente. Perderás el tiempo intentando dormirte y cuando esté a punto de conseguirlo regresará de su carrera madrugadora y te volverá a impedir seguir en los brazos de Morfeo.

3.- Perderá las normas básicas del decoro o etiqueta y querrá vestir con calzado de correr a toda costa. Da igual que tengas una cena con conocidos del trabajo o que tengáis que acudir a la boda de tu prima. Para los corredores/as el buen gusto del vestir cuando no están corriendo desaparece a la misma velocidad que se enganchan a sufrir.

4.- Por la calle hará extraños movimientos para estirar los músculos y pasarás vergüenza. Creerás que sufre espasmos nerviosos o movimientos involuntarios como los del Síndrome de Tourette. Hará extrañas paradas y pisará en los bordillos con la punta de los pies. O se cogerá del pie por detrás y se quedará en equilibrio haciendo la grulla. En las reuniones familiares le verán como ese excéntrico o esa rarita que te has echado como pareja.

5.- El mono por no correr se traducirá en mala leche. Ríete tú del mono de los pobres yonkis que buscan desengancharse. Como esté más de tres días sin correr por razones ajenas a su voluntad, estaréis al borde de la ruptura. Podríais llegar a cancelar los planes de boda.

6.- En el sexo tendrá excesivo fondo. Al principio puede hacer gracia la cosa, la verdad. Después, estarás tentado o tentada de aconsejarle acudir a una terapia de sexoadictos. De nuevo, te restará horas de sueño. Y encima no se te quitará de la cabeza que al día siguiente brincará de la cama para ir a trotar. ¡Qué pesados!

7.- La lavadora olerá peor de lo normal. Vienen chorreando y no se huelen a sí mismos/as. El tiempo que tarden en meterse a la ducha es directamente proporcional al número de churretones de sudor que dejan por toda la casa.

Si no te pones mascarilla al abrir la lavadora antes de ponerla, podrías caer desmayado/a o entrar en un bucle de arcadas incontrolable. El lugar en el que guarden el calzado tendrá un porcentaje de oxígeno incompatible con la vida.

8.- Planificará los viajes pensando en lugares en los que pueda correr. Nunca te lo dirá claramente pero argumentará las bondades de los posibles lugares de destino de forma torticera.

9.- Te intentará convencer para correr a toda costa, aunque no te guste. Pero poco, ojo. Si no lo consigue rápido, no insistirá. En realidad lo que buscaba era un aliado o aliada para que le permitiera correr más aún. Rápidamente se centrará en sus salidas.

10.- Andan rápido y te llevan con la lengua fuera, ya sea en una exposición o yendo de compras. O paseando. Es lo que se conoce como el síndrome del paseante de perritos falderos. Viven como ‘En el camino’, de Jack Kerouack. Disfrutan moviéndose, en los trayectos. Para ellos lo de menos es el destino.

Ahora, sed sinceros: ¿Os habéis reconocido en alguna? ¿Qué otras cosas negativas tienen los runners?