No os toméis muy en serio el orden de los diferentes eventos a los que se enfrenta un corredor popular desde que inicia su camino hasta que se enfrenta con su objetivo, el día D a la hora señalada, el cual sí sería el último. Son pruebas que el runner aficionado (valga la redundancia) se va encontrando durante los meses previos a esa gran prueba. Todos duros y difíciles.
1. Lesiones. Si bien hay una serie de indicaciones que hay que seguir para no sufrir una, pueden llegar cuando uno o una menos se lo espere. Un mal paso, un agujero en el asfalto o una baldosa inestable. Un perro que te asusta y que te hace caer. O un percance en el autobús, cuando ni siquiera vas corriendo. Mucha paciencia y calma, para alejar el mono y la mala hostia, son necesarias para mantener esa actitud positiva hasta que la lesión se cura.
2. El trabajo. Ya no estamos en la transición, a pesar de que políticamente lo parezca. Y las huelgas salvajes no se llevan. El individualismo y el miedo laboral van ganando… Vamos, que al corredor popular le tocará echar horas extra en los momentos menos pensados, las cuales nos impedirán entrenar determinados días. Pero el buen corredor no olvidará el objetivo que le hace feliz y no desfallecerá.
3. La familia. A veces, no entenderán tus extrañas pintas, ropa de licra ajustada de colores fosforitos, con las que sacarás a pasear tu cuerpo serrano a las 6 de la mañana o a las 10 de la noche. Cuando tu pareja te lo recrimine, sin decirlo aunque con ese lenguaje no verbal inconfundible, o tu hijo te diga ‘no te vayas’, sáltate el entrenamiento o posponlo. Al fin al cabo sólo eres un runner… vamos, que no es tu modo de vida. Llévales a cenar. Así la cruz se te hará más ligera.
4. Los amigos. Te invitarán a fiestas locas, intentarán que al día siguiente no te levantes a correr. Sentirás celos de esos otros colegas con los que corres. Pero les seguirás queriendo y sabrás compensarles por tus ausencias. ¿Qué tal regalarles inscripciones a carreras o medias de ¡comprensión!, para que comprendan tu afición?
5. La cabeza. La lucha de tu ángel y tu diablo no dejarás de escucharla. Para salir con éxito de ella, sé magnánimo, y toma decisiones salomónicas, ya que no hay un recién nacido de por medio. Déjate llevar por el diablo de vez en cuando, siempre y cuando no te olvides, en otras ocasiones, del ángel.
6. El plan de entrenamiento. Joder, qué duro se te hará a veces. Y a tus músculos, que se mostrarán vagos en más de una ocasión. Lo difícil y duro será identificar cuándo realmente no debes correr y cuándo debes forzarte a hacerlo. Con los años aprenderás a tomar la decisión correcta.
7. El calzado. ¿Hasta qué punto un calzado gastado debe ser jubilado? Porque los estudios científicos no lo dejan claro… Te comerás la cabeza si a mitad del entrenamiento a tus zapatillas les salen agujeros. Relájate y no sufras más de la cuenta. Si tienes que cambiar, cambia cuanto antes para no llegar a la prueba con las zapas poco rodadas.
8. El tiempo. A un@s les gusta el calor y a otr@s el frío. Que el tiempo no te haga sufrir. Deberás poner de tu parte para adaptarte a cualquier circunstancia. Y sí, puede que sufras con las temperaturas cercanas a los cero grados o con las que rondan los 30. Así son los entrenamientos de maratón.
9. La alimentación. La fuerza de voluntad que hace que no comas alimentos procesados hay que entrenarla, sí, pero es similar a la que te ayuda a dejar de fumar. Quizás sea como un salto al vacío: o una cosa u otra. Las medias tintas sólo te servirán para que caigas en la tentación con más frecuencia de la deseada.
10. El miedo. Un exceso te bloqueará. El combate por superarlo no será fácil; las dudas te pueden desviar del camino. Concéntrate en tu objetivo una y otra vez.
11. La euforia. Lo opuesto del punto anterior. Créete más de lo que eres y te desharás como un azucarillo en leche hirviendo.
12. Los gadgets, wearables o gps. Nos tratan a todos y todas por igual. Y cada uno somos un mundo. No les hagas excesivo caso, que no manejen tus correrías de la manera en que las tragaperras manejan a los ludópatas de barrio. Lucha contra el orden establecido y sal a entrenar de vez en cuando sin GPS. Incluso sin cronómetro.
13. El muro. Puede que te lo encuentres o puede que no. Pero estate preparado para convivir con él. Si aparece dale un abrazo de ben voluntad. Otra actitud será peor. Aprende de lo que te diga, relájate y empieza a pensar en el futuro a medio plazo. El corto plazo lo tienes jodido.
14. El arco de entrada. ¿Habrá crucifixión o serás el o la hereje de turno que te la saltes y toques el cielo? Igual este punto se sale del vía crucis y se convierte en una redención… En tus manos (o en tu cabeza y en tus piernas), está.