PREGUNTA: Empiezas a competir en 2003, con 33 años, un poco por casualidad, y desde entonces has ganado todo lo ganable. ¿Qué te impulsó a empezar a correr por montaña? ¿Cuándo te das cuenta de que eso 'es lo tuyo'?

RESPUESTA: Siempre digo que ya corría antes de saber que corría. Por mi carácter de natural inquieto, siempre iba, cada fin de semana, a recorrer las montañas que rodean mi pueblo, La Granja, por tres de sus cuatro partes. Sobre todo, por curiosidad, por afán de ver lo que no se ve desde donde uno está. Esa cosa tan del ser humano, ese impulso que en el fondo es el resorte del progreso: descubrir lo desconocido. Y como soy muy nervioso y me gusta llenar cada jornada con mil cosas que hacer, disponía de poco tiempo, por lo que tenía que subir y bajar corriendo. Así que, cuando descubrí que había quien corría por la montaña con fines competitivos, me dije: '¡Ah, eso tengo que probarlo!'; y aquí estoy.

PREGUNTA: En 2011, sufriste una lesión muy seria en el tendón de Aquiles que te alejó de las carreras durante casi un año entero. Desde entonces, nos habíamos acostumbrado a verte en carreras más explosivas como los Kilómetros Verticales, no tan castigadoras para el tendón. Sin embargo, recientemente, te has atrevido con dos retos totalmente diferentes, los 100 kms del Sahara y el GTP60, y has ganado en ambas ocasiones. ¿Estamos quizá presenciando el retorno de Raúl García Castán a la larga distancia? ¿Qué te atrae de los ultras?

RESPUESTA: Uno está algo cansado después de todos estos años de preparación con fines exclusivamente competitivos al máximo nivel en España; y, una vez recuperado de la lesión que mencionas, ha empezado a apetecerme probar en carreras 'distintas' más que por la distancia, por la naturaleza de las mismas. El desierto, por ejemplo, es un medio que me atrae poderosamente, no solo porque el calor es un condicionante que a mí me condiciona más bien poco, o al menos, menos que a los demás, en general, sino porque la estética del desierto me fascina, y, tras la experiencia que compartí contigo y el resto de compañeros, Luis Blanco y Sergio Mayayo, solo pienso en volver a repetirla.

Respecto a las carreras de ultradistancia, realmente no es que me atraigan demasiado. Es más, hay algo en todo aquello que se pone muy de moda de repente que me produce un instintivo rechazo. No creo que una carrera sea más dura -ni desde luego más valiosa-  por ser más larga. El mayor condicionante a la hora de dar dureza a una carrera es el propio corredor, el ritmo que imprima a su carrera.

Raúl García Castán

P. Precisamente, durante aquél año de parón escribiste: “Con los pies en la sierra”, libro que en el que narras, con mucha ironía y una gran calidad literaria, variadas anécdotas sobre tus experiencias como corredor. ¿Para cuándo la segunda parte? ¿Tienes en mente escribir algún otro libro?

R. Siempre tengo en mente escribir otro libro. De hecho, el mejor libro que uno escribe y reescribe continuamente es el que tiene en la cabeza. ¡Las mejores ideas siempre llegan cuando estas conduciendo, hablando con alguien, corriendo o saltando en paracaídas! En la literatura, como en ciertos momentos de la vida, no tener papel a mano puede suponer un serio contratiempo…

Hablando en serio, la literatura es un campo donde, salvo que tengas la suerte de saber escribir best sellers, te mueres de hambre sí o sí. Y si quieres hacer algo que merezca la pena, necesitas tiempo, al menos en mi caso; tiempo que te permita reunir la fuerza de voluntad para mantener la concentración y la intensidad que se requiere.

Por otra parte, aunque me encanta escribir, necesito tener una motivación real para poder hacerlo. No, necesariamente económica, sino emocional, afectiva, social o del tipo que sea, pero necesito saber que eso que escribo va a llegarle a alguien al corazón. Nunca escribiría un libro en una isla desierta, sabiendo que nadie lo va a leer jamás. Eso de escribir para uno mismo siempre me ha parecido un poco una soplapollez que queda muy mística, pero una soplapollez, al fin y al cabo. Un libro, un texto, es un canal de comunicación con las almas de los demás, si no, no le encuentro mucho sentido. Como dice aquella hermosa frase de Quevedo, leer es escuchar con los ojos a los muertos. Y a los vivos. ¿Cabe manera más bella de definir la lectura?

Raúl García Castán

P. Una pregunta que nos hacemos todos es: ¿cómo entrena un campeón de tu categoría? ¿Cuál es el secreto del éxito?

R. A menudo, la gente que corre confunde un aspecto muy importante. El más importante, quizá: correr es correr. Esta perogrullada, digna de cualquier descerebrado astro balompedístico encierra, en mi opinión, una gran verdad; correr es un deporte donde el principal resorte a la hora de progresar es el esfuerzo. Y el esfuerzo no puede sustituirse con nada. Puedes tener el mejor GPS, las mejores zapatillas, los mejores suplementos alimenticios… ¡nada! Si no corres eso es… nada. No quiero decir con esto que esas cosas no ayuden, por supuesto que lo hacen y mucho, pero el secreto es que no hay secreto: correr es correr, y eso no puede sustituirse por aparatos tecnológicos ni por fórmulas mágicas.

Mis métodos de entrenamiento son muy sencillos y a veces bastante aburridos, muchas series y repeticiones, ritmos controlados… a veces echo de menos subir más a la montaña, pero la cuestión es que como yo venía de la montaña (la vida en mi pueblo ha estado relacionada históricamente con el monte desde todos los puntos de vista), lo que mis entrenadores han tratado de potenciar en mí durante todos estos años ha sido aquello de lo que carecía, esto es: la velocidad de correr, la potencia de mover las piernas rápido, etc. La técnica necesaria para desenvolverme en el medio ya la tenía adquirida de manera casi innata.

P. Para terminar, una pregunta que nada tiene que ver con correr: quien te conoce más allá del Raúl corredor sabe que eres un apasionado de la música y la literatura.  Recomiéndanos algo, aunque no sea de correr.

R. Tiene su complicación para los que amamos esas dos artes sublimes que mencionas. Hay tantas y tantas cosas, tantos momentos maravillosos en la música y en la literatura, que es complicadísimo decantarse por una. A uno le puede el escrúpulo y le parece que está traicionando el fantasma, el espíritu de muchas otras cosas que ama en esos campos. Respecto a los libros, aquel en que quizá se funden aquellos aspectos que más valoro en una obra literaria, son las Sonatas de Valle Inclán, especialmente la Sonata de Otoño. En el rock, The Beatles, The Doors, Lou Reed, The Kinks, los Ramones, Los Rolling, Janis Joplin, Hendrix, etc. Más Modernos: Keane, Antony and the Johnsons, algunos grupos Indie, Lana del Rey, Regina Spektor...

Pero voy a aprovechar para recomendar a un gran personaje injustamente olvidado. Un músico histórico dentro del panorama de la música española, víctima, sin embargo -una de tantas-, de la insensibilidad estética con que nos manejamos –y nos manejan-  en estos tiempos: Rodrigo García. Unos textos bellamente poéticos a la par que complejos, engarzados en la delicada estructura de sus preciosas melodías para crear canciones tan hermosas como “Solo pienso en ti” “Laura” “De cuarto menguante”, “Querida pitonisa” etc. Y por supuesto me encanta la Música Antigua, especialmente la música Barroca.

En mi memoria, quedan inolvidablemente grabadas la sorpresa al descubrir la común afición por estas músicas y la conexión de la autora de esta entrevista con ellas como hermana que es del miembro del grupo “La Ritirata”, Josetxu Obregón y las conversaciones que sobre música antigua mantuvimos durante nuestra aventura deportiva en el Sáhara.