No queda mucho para que el padre invierno se despida: dentro de nada, empezaremos a acercarnos cada vez más al Sol y el espectáculo de la naturaleza arrancará una vez más. Las nuevas hojas comenzarán a brotar, aquellas criaturas que hibernan saldrán a la luz y todos los corredores de tu grupo empezarán a hablar de cosas como desnivel acumulado o de carreras que tienen nombres hechos de iniciales.

El mundo del trailrunning (o por ser castizo, de las carreras por montaña) ha estado ahí siempre, a pesar de que el éxito de máquinas como Kilian Jornet o las historias de pruebas durísimas lo hayan traído a las primeras páginas y al imaginario colectivo del corredor aficionado.

Como además los corredores no somos dados a la épica, ya queremos volcarnos a la montaña, pero antes de tirar al monte tienes que pararte y saber qué necesitas.

No hay gran diferencia en el material que utilizas para tus carreras por asfalto. La misma camiseta y pantalón que te llevas para tus salidas y carreras de asfalto te valdrán para tus primeros viajes por la montaña.

Si tus salidas son cortas, olvídate de momento de una mochila con depósito de agua: tu bidón y algo para picar compensarán de momento tu ímpetu montañero. Sin embargo, hay algo que debes cambiar de tu atuendo.

Si bien puedes salir con zapatillas de asfalto si tus rutas son de pista forestal o camino de tierra, tarde o temprano querrás lanzarte por bajadas ultra rápidas o subir por caminos pedregosos para alcanzar la cima de tu monte favorito. Por eso, debes dejarte caer por tu tienda amiga y centrarte en una buena zapatilla orientada al trail running.

Una cosa está clara: lo que triunfa sobre el asfalto no es lo mismo que la rompe en la montaña. Si para algunos se está mejor con poca amortiguación, el paso al trail puede suponer que acaben pagando si no tienen un colchón sobre el cual apoyarse. Del mismo modo, una buena ayuda con la torsión o un buen refuerzo en el tobillo (una tecnología con pocos amigos en el asfalto) puede evitar problemas posteriores en la montaña.

Lo que sí acaba marcando qué modelo necesitas, sin embargo, es lo que nunca puedes cambiar: tu altura, tu peso y tu manera de correr. Bueno, puedes bajar de peso si dejas de irte de tapas después de cada salida, pero la clave está en esos factores que te marcan como corredor.

Estas cosas, junto con tus necesidades (hay calzado diseñado exclusivamente para trails donde te encuentres con nieve, otros orientados a carreras muy duras y zapatillas ultraligeras o minimalistas) acabarán marcando tu zapatilla ideal.

Como dicen en el famoso anuncio, "busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo". Podría hablarte de las muchas zapatillas que me he probado o de las miles de páginas que he visto donde admiradores y detractores se peleaban por discutir cual era el mejor modelo.

Sin embargo, nada te va a quitar la sensación de encontrar esa zapatilla con la que vivirás horas de trailrunning. Olvídate de reviews y acércate por tu tienda amiga. Siente cómo se adaptan a tu pie, encuéntrate cómodo con su amortiguación y pregunta.

Sal a disfrutar de la montaña con tus nuevas zapatillas: no dejes que te cuenten que se siente al meterse por un bosque, bajar por un camino de cabras o sentir cómo puedes ser uno con el monte. Eso sí, siempre con cabeza: recoge todo lo que te lleves, deja todo como estaba al llegar y no te olvides de llevarte contigo un teléfono.

Solamente puedes ser el chapas del trailrunning si vuelves para contarlo.