La cosa comienza con unas series de técnica de carrera por el pasillo de tu casa, o por el de la oficina, seguida de unos potentes saltos para fortalecer gemelos, sóleos y cuádriceps.

Quizás, también, te echarás al suelo para hacer unos ejercicios de Calistenia. Y es que lo anterior te ayudará a no hiperventilar tras la emoción de la noticia, la cual te dará tu novio o tu tía Puri.

Tal vez tu jefe, con el que quizás compartas número, de ahí que te detengas antes de mandarle a la mierda. A ver, que un par de décimos del gordo, ni tres, dan para retirarse. Cabeza y al running.

No todo es running para los aficionados a correr, pero después de ‘tapar algunos agujeros’ y tener detalles con familiares y amigos, tu cabeza volvería a pensar en tu gran afición y empezarías a pensar en cómo colmar tus ansias de running.

Y en estas fechas preparadas para gastar, te entrarían unas ganas locas de gastar. Esas luces de decoración y esas cancioncillas que salen de las tiendas activarían el nuevo dinero de tus bolsillos, te hipnotizarían, como las tragaperras a los ludópatas.

¿Recuerdas el Black Friday de hace menos de un mes? Pues para ti todos los días serían así. Los descuentos te traerían al pairo:

Ropa y zapatillas: Ay, si te tocase… te acordarías de esa chaqueta abrigada e impermeable a la vez que transpirable que te ponía ojitos en la marquesina de autobús. Y que valía tanto como para hacer la compra de dos meses.

O de esas zapatillas con amortiguación extra y colorido fosforito ciertamente generoso, que te hacen separarte del suelo más que a una drag-queen sus plataformas.

Y de esas mallas que te amorcillan las canillas y que convencen a tu cabeza para que corras un segundo más rápido por kilómetro. Incluso te entrarán ganas de comprarte unas huaraches para correr y de hacer el pintas.

Porque, dónde va a parar, son menos elegantes que esas zapatillas de running con tacón y de diseño espacial.

Wearables (antes gadgets). El internet de las cosas, lo llaman. Relojes ‘inteligentes’ o smartwatches, convenientemente conectados a dispositivos por distintas partes del cuerpo: pies, rodillas, torso… mandan información biométrica a ese pequeño gran ordenador de muñeca.

Te darán datos de tu consumo de oxígeno, pulso, hidratación, y te proveerá de previsiones sobre tus posibilidades reales durante una tirada larga o una competición.

Sin duda, el Gordo te dará acceso a ese mundo tecnológico que te alejará de la poesía o metáfora de una pájara o de la sorpresa de tener que hacer una hora extra por montaña debido a un extravío o a una deshidratación.

Ojo, que también desde tu smartwatch podrás controlar tu dron de compañía. En serio, el palo selfie está pasado de moda. Lo petarás si sacas a correr a tu dron contigo, que te hará las mejores fotos o vídeos de postureo máximo.

Turismo running. ¿Sabes ese peaje extremo que debes pagar cuando te pones en contacto con un touroperador de viajes a maratones del mundo, de esos que lo tienen todo atado y bien atado, como los taxistas frente a Uber?

Pues bien, lo tendrás que seguir pagando... solo que esta vez te tocará un pie. O los dos. Vete a correr el maratón de Nueva York si te hace ilusión, o el de Boston.

O viaja a alguna carrera a la que nadie de tu entorno haya acudido, ve con tu familia, o invita a algún amigo. Piensa en correr en sitios por los que nunca hubieras imaginado que correrías. Al desierto. O al Polo. O la Gran Muralla China.

Resumiendo, que si te toca el Gordo de la Lotería de Navidad y eres runner seguro que una parte de la celebración será correr.