Cuando Hamlin abrió la puerta de su casa el pasado sábado para dejar a su perrita Ludivine que se diera una vuelta por el barrio para hacer “sus cosas”, no se esperaba que esta fuera a convertirse en la estrella de la media maratón de su pueblo, Elkmont.

Ni corta ni perezosa, Ludivine echó a correr hasta la salida de la carrera, y allí se sentó con el resto de los corredores hasta que dieron el pistoletazo de salida. Quizás asustada por no saber qué pasaba, o quizás anhelosa de que llegara ese momento por el que tanto había entrenado, lo cierto es que Ludivine echó a correr.

Y claro, contaba con la ventaja de tener cuatro apoyos y toda la energía que le aporta su pienso y que, probablemente, sus dueños no se encargan de que queme, aunque, a tenor del resultado, estaba en perfecta forma.

Ludivine acabó la carrera en séptima posición, con un magnífico tiempo de 1:32:56h, y eso que, tuvo que dar rienda suelta a su instinto animal y pararse al menos una vez a oler a un conejo muerto a los tres kilómetros y otro par de veces a “saludar” a unas vacas que había en un campo aledaño a la carretera por donde se disputaba la carrera.

Cuando llegó a la meta, los amigos del dueño que estaban haciendo labores de voluntariado en la carrera comenzaron a enviar fotos de la hazaña a su dueño quien, según ha reconocido, en un primer momento se preocupó por lo que podía haber molestado su perrita al resto de participantes, pero al final se sintió orgulloso de su mascota.

Además, se mostró sorprendido de lo que acababa de hacer su perrita: “No podía creer que hubiera corrido la media maratón, porque ella es realmente vaga ahora”, dijo Hamlin, el dueño de Ludivine.

Como no podía ser de otra manera, a Ludivine le colgaron una medalla de finisher y, además, tuvo el honor de aparecer en el Facebook oficial de la organización de la carrera, por lo que ya se ha quedado para siempre como la “perrita maratoniana de Elkmont”.