El mundo runner, como el planeta Tierra, está compuesto por sus propias especies animales. La mayoría, lejos de su extinción, se han multiplicado como los panes y los peces al calor de un boom, el del running, que lejos de decaer, cada vez gana más adeptos. La fauna runner es extensa, variada y fácilmente clasificable, aunque no tan compleja como la de la madre naturaleza.

Así a bote pronto, se me ocurren el fantasma -nunca nadie ha visto sus tiempos pero asegura que son impresionantes-; el jeta -no paga por correr en ninguna carrera pero se aprovecha de todos los avituallamientos-; el marquitis -vive obsesionado con marcas, ritmos y tiempos-; el pupas -siempre le duele algo-... Pero de entre todas las especies, el que más me llama la atención, es el del 'runner tapado'.

Si corréis habitualmente, tenéis amigos o conocidos raners o participáis en carreras, seguro que os habéis topado con alguno de ellos en más de una ocasión. No hacen mucho ruido, de hecho, pasan muy desapercibidos, pero ahí están agazapados, mezclados entre la multitud. ¿Cómo identificarlos, entonces?

El tapado es el típico corredor o corredora popular -hay machos y hembras- que no habla demasiado ni de las carreras en las que tiene previsto participar ni de sus entrenamientos. Y si lo hace, siempre se muestra prudente. “Las series no me han salido bien”, “he llegado muy justo”...

Además, cuando alguien le pregunta por sus objetivos en una carrera es muy llorón y pone mil excusas para justificar que no se encuentra en su mejor momento. Que si en las últimas semanas no ha podido entrenar bien, que si ha pasado una mala noche, que si no tiene buenas sensaciones, que si no tiene un objetivo claro, que si va a salir tranquilo...

Pero a la hora de la verdad, rara es la vez que no le sale un carrerón. Nueve de cada diez veces baja su marca personal (MMP en la jerga runner), hace la carrera de su vida y no sólo termina con muy buenas sensaciones sino que incluso podría haberlo hecho mejor.

Vamos, que al final va sobrado y todo. Y no sólo eso, en competiciones pequeñas o modestas -es más frecuente si se trata de una 'tapada'-, puede 'pillar chapa' -medalla-, jamón, lomo o botella de vino.

Eso sí, cuando cruza la meta y se reúne con sus compañeros, siempre cuenta la misma historia. "No pensé que estuviera tan fuerte. Me he sentido bien y me he puesto a tirar a tirar y al final me ha salido una buena carrera".

Pero, ¿por qué se comportan así? Suele tratarse de personas inseguras. No suelen creer en sus posibilidades a pesar de que todos los que le rodean ven sus cualidades y aptitudes. Siempre encuentran algún 'pero' a la hora de afrontar un reto. Tienen miedo al fracaso.

Por eso prefieren pecar de prudentes y decir que no se encuentran bien de forma a no cumplir su objetivo, admitir su 'fracaso' y aguantar las lamentaciones de los que le rodean. “Ya os había advertido de que no me encontraba bien”, es su excusa perfecta.

A pesar de sus defectos, los tapados no tienen maldad alguna. Son inofensivos y con su actitud no perjudican a nadie. Salvo, claro está, a quien intenta pisarles los talones en una carrera confiando en que saldrán suaves o pincharán.

Algunos son conscientes de su actitud, asumen sus defectos e intentan corregirlos. A nadie le gusta ser el tapado, ¿verdad? Otros, por el contrario, nunca lo admitirán.

Y tú, ¿eres un tapado?