Se dice que esto de correr lo puede hacer cualquiera. Jóvenes y mayores, ellos y ellas. Sí. Pero flota una pregunta en nuestros pensamientos: ¿no se me estará pasando el arroz para estas locuras?
El espectro de los primeros corredores en España no difería mucho de los demás mortales - dicho esto sin tener que asociar ambos grupos de población. Uno se veía bajo de forma, o visitaba el médico lleno de toses, o dejaba de fumar. Y el médico te decía 'Pues salga usted a correr'. Teniendo en cuenta que la sociedad está ahora en un estado de alarma de salud similar a la de los viejos años setenta, ¿por qué no aplicar las mismas soluciones?
¿Me daría tiempo en un año? ¿Me dará tiempo en tres meses? ¿En un mes?
No es una cuestión de prisa. Tanto si tenemos veintisiete mal llevados como si no cumplimos ya los cincuenta, las primeras sensaciones van a ser las siguientes: 'Me ahogo', 'tengo que parar' o 'esto no sé si es correr o arrastrarme'.
Uno. Empezar a correr rejuvenece.
Pongamos que tu objetivo es coger tono físico y perder peso. Rejuvenece poco a poco, no sea como en las películas de terror. Alternar caminar y correr es una solución. De hecho, empezar caminando a ritmo fuerte es tan efectivo vascularmente y quemando calorías como correr.
Dos. Te dolerá no sé dónde
De los varios 'aquises' tendrás ejemplos individuales y en grupo. Se cargarán varias partes del cuerpo humano: músculos, tendones y órganos internos. Nada serio, salgo que sientas un ahogo en el corazón o te cruja un hueso repentinamente. Considera muy diferente si te duele de sopetón y de modo agudo y concentrado, o si es un dolor creciente. Se podrán contracturar fibras o incluso alguna podría haberse rasgado o roto. Aprende primero a calentar suavemente y procura fortalecerte en general. También funciona empezar con cuidado.
¿A que no es tan difícil? Sobre todo, ten en cuenta que estás empezando. Probablemente, lleves años en los que dejaste al cuerpo sin esa agradable sensación de machacarse. Te sobra algún kilo, pisas de aquella manera si te comparas con los gráciles atletas… Tranquilo. Tendrás que ir ajustando cosas poco a poco. Tienes años por delante.
Tres. No lo termino de ver claro aún.
Tu cerebro está ganando la batalla a la comodidad. El asunto es que sí lo ves, pero prefieres darte un tiempecito. Hasta la próxima primavera o hasta que pasen las grandes cenorras de las navidades. Bien. Estás en tu derecho.
Puede que regreses a estas líneas dentro de unas semanas. Has probado, pero la sensación no es agradable. O es que te fallaron las compañías y te tocó correr solo por ese parque medio a oscuras. Los dos o tres primeros días moló y te destruyó a partes iguales. Ahora has perdido la motivación. No disfrutas nada. Te sientes ridículo correteando a una velocidad tan poco presentable. No es necesario que busques un psicólogo deportivo entre la marea de información. Mi consejo es que te des unas horas. Haz lo siguiente:
Prueba a sentarte una tarde en el parque. Como si fueras un espía de aquellos de las películas, con tu revista agujereada para poder ver a través de ella. ¿Ves toda esa masa de corredores igual de novatos que tú? ¿Cuántos hay mucho mayores que tú?
A lo mejor es domingo y te pilla una carrera popular por la zona. ¿Has visto qué increíble variedad, desde el primero hasta el último? Suelo insistir en esto: ese chico que cierra carrera ha decidido que, al contrario de lo que has pensado tú, lo menos que podía darse es una oportunidad más. Él o ella sí han probado. Seguramente les ha parecido vencer sus ganas de quedarse en el sofá. Ahora pasan, apenas unos metros por delante de la ambulancia que va cerrando la prueba. Se han inscrito.
Mientras haces el espía, ese corredor novato pasa y te mira de reojo.