Y es verdad, cuando sales a correr, no hay ningún león persiguiéndote. Y ahí está la cuestión, que puedes parar cuando quieras. De ahí la importancia del papel del entrenador personal, que hace las veces de “león” para sacar un poco más de ti.

Pero vamos a ver qué pasa si entrenas solo, o sales a correr sin más compañía que tus zapatillas. ¿Cómo puedes vencer o hacer oídos sordos a esa vocecilla que te dice que te pares?

Piensa en pequeño

Tener una gran meta es un gran reto, por supuesto, pero cuando estás tratando de automotivarte y darte ánimos, es mejor opción ir en busca de objetivos muy a corto plazo y fáciles de alcanzar. Puedes pensar, “tengo que correr a tope hasta ese árbol”, en lugar de “tengo que intentar batir mi marca personal en 5K la próxima carrera”.

Mira fijamente al frente

Literalmente. Un estudio publicado en Motivation and Emotion concluyó que los participantes que centraban su mirada en un objetivo en concreto, eran capaces de correr más rápido y con menos fatiga. Así que antes de decirte a ti mismo “tengo que correr hasta ese árbol”, olvídate de todo lo demás y no dejes de mirarlo para tener ese empujón extra de energía.

Hazte selfies

Nunca pensé que diría esto, pero lo cierto es que si te grabas mientras entrenas, una parte de tu mente se evade y hace el ejercicio más llevadero. Además, cuando termines podrás ver el vídeo y analizar la técnica de algún ejercicio en concreto.

Encuentra un mantra

Olvídate de los prejuicios hacia los mantras, la realidad es que funcionan. Incluso funcionan más y mejor, si te identificas con lo que te dices. Encuentra una frase que te represente, y repítela sin ningún tipo de vergüenza durante los momentos de más bajón. Es curioso cómo una simple frase retrasa la fatiga, o te hace venirte arriba cuando pensabas que tu sesión ya había terminado.

“Después” es la palabra mágica

Investigadores han descubierto que aquellos que se decían a sí mismos que harán algo en el futuro (como beber agua, o bajar el ritmo), sin especificar cuándo exactamente, encontraban más fácil no sucumbir a la tentación. Es más, incluso acababan el entrenamiento sin haber llegado hasta ese “después”.