Hablo de deslumbrante por el blanco níveo que me acompaña durante todo el año, a veces me han llegado a confundir con una figurita de Lladró. Eso sí, la esperanza es lo último que pienso perder.

No os penséis que ando bajo de autoestima ni nada parecido, simplemente soy un tío realista y con los pies en el suelo. Hoy al salir de la ducha y mirarme en el espejo lo he visto claro. He constatado que con la genética que he heredado de mis queridísimos padres no voy a ser protagonista de una portada de revista para corredores, bueno, ni de corredores ni de nada que tenga que ver con tener un físico semidecente.

Como le oí una vez a Leo Harlem en un monólogo, parece que estoy hecho con restos o trozos de otros. Un par de brazos por aquí, unas piernas por allá, este tronco con esta tripa parece que encaja, una cara que no asuste al miedo y ya está... ¡Asunto resuelto! Ahora arréglatelas tú para salir adelante y sacarle algo de partido a este cuerpo escombro. Cosa que no es nada fácil.

Después de muchos malos ratos delante del espejo, de varios años de terapia y de automedicarme con antidepresivos, he aprendido a aceptarme tal y como soy. Mis brazos encanijaos, este estómago de "One pack" (tripita para los que no domináis el inglés), porque ¿Para qué hacen falta “six packs” de esos? Con uno vas que te matas. Y de cintura para abajo... Pfffff!! Casi mejor ni hablamos. (No hablo de justo la parte pegada a la cintura, malpensados)

Los amigos me llaman el "Canillas". Podréis imaginar que no tengo dos columnas jónicas por piernas, es más, hay juncos por ahí con más enjundia que mis piernas. Un aciago día una amiga (si es que después de decir lo que dijo se le puede seguir considerando así), me dijo que yo no tenía gemelos, que tenía hijos únicos en cada pierna.

No contenta con eso remató la jugada diciendo que eran sietemesinos. Eso, amigos míos, es algo que espero que ninguno de vosotros tenga que escuchar nunca. Me dejó tocado y hundido en la miseria.

Por mucho que intento esconder estas "deficiencias" debajo de prendas de correr atractivas, llamativas y de primeras marcas, la cosa no hace más que empeorar. Miro al chaval del anuncio, me miro a mí y parece que me he pegado con la ropa al ponérmela o que he dormido con ella puesta.

Además está el tema de las tallas, la L me queda justa y la XL grande, así que o parezco un embutido ibérico o un niño que ha heredado la ropa de su padre. De verdad que mi vida como corredor es un drama de estilismos.

Pese a todo lo dicho anteriormente, quiero romper una lanza en favor de mi poca agraciada anatomía y decir que me ha dado mucho más de lo que nunca hubiera soñado. Esas canillas se portan de maravilla y me han llevado a lugares donde nunca hubiera creído llegar.

Con este cuerpo estufa he acabado varios maratones, alguna que otra “ultra” y también he subido a montañas que me parecían inalcanzables. Así que desde aquí le ofrezco un sentido y merecido homenaje tanto a mi cuerpo serrano como al de todos y todas los que sin ser un cuerpo 10 os ofrecen siempre el 100%

Eso sí, espero algún día poder cumplir mi sueño de ser portada de revista. Quizá cuando publiquen el número: "Nunca dirías que este tío corre".