Ser corredor hoy en día implica ser un fiel seguidor de John Foster Dulles. Después de haber soltado este nombre me veo obligado a aclarar que el que fuera uno de los máximos responsables de la política exterior norteamericana durante la Guerra Fría no tiene -que yo sepa- ninguna marca estratosférica.

Sin embargo, su idea de las relaciones internacionales (que podríamos definir como “vivir al borde del abismo”) explica la vida de cualquier atleta popular que te encuentres por la calle.

Cual carneros midiéndose el lomo ante la hembra de turno, nos gusta “chuliquear” de la última gran hazaña conseguida. Ante la demanda por parte de un amplio grupo de cuñados buscando el reto definitivo, en Correr y Fitness hemos dado con la madre de todas las pruebas: resistencia, trabajo duro, mentalidad a tope y un cojín. “¿Y el cojín para qué sirve?” os preguntaréis. Creedme, después de tantas horas de viaje, lo vais a necesitar.

Hemos dado con un acontecimiento único, que pone contra las cuerdas tu capacidad de sumar kilómetros y, a la vez, de sumar millas con tu tarjeta de viajero frecuente. El próximo 23 de enero dará inicio una nueva edición del World Marathon Challenge, un reto hecho a la medida de unos cuantos enfermos y adaptado al bolsillo de muy poca gente.

Un desafío que te llevará a correr siete maratones seguidas en siete días en los siete continentes. ¿Ya estás cansado? Sigue leyendo, que esto no te pesa en las piernas.

La salida de esta locura será en el Glaciar Unión, uno de los puntos poblados más inhóspitos del planeta, para marcarte un maratón de aúpa en la Antártida. Aunque en el hemisferio sur sea verano, allí pasarás frío -de hecho, te harán llegar unos cuantos días antes para adaptarte a la temperatura-.

Sin tiempo para descansar, volarás al acabar la prueba para regresar al Cono Sur, llegando a Punta Arenas para disputar una prueba más a los pies de la Cordillera de Los Andes.

¿Crees que eres lo suficientemente duro? Prepárate para un cambio radical: una de las cosas de este reto es la brutalidad de los cambios de ambiente. En dos días pasas de estar a unos cuantos grados bajo cero hasta una temperatura alta y una humedad cargante como la que puedes encontrarte en Miami.

Sí, te tocará una maratón en la Península de Florida como tercera etapa. Son pocos los valientes que se animan a enfrentarse a este reto, pero esta es una de las fases que marcan la diferencia.

¿Y el siguiente paso? Cruzar el charco: esto no es como ir a correr por Nueva York, donde corres un domingo y el lunes paseas por la ciudad haciendo turismo mientras caminas como Robocop.

Una vez que cruzas la meta en Miami, directo al aeropuerto para tomar un avión que te lleve a orillas del Manzanares. Sí, no es broma: Madrid es la cuarta etapa de este viaje loco.

Si ves a unos cuantos colgados con dorsal dando vueltas por tu barrio el 26 de enero, no descartes que vayan camino de su cuarto maratón.

Si creías que el cambio de temperatura entre la Antártida y Miami era duro, prepárate: los valientes que corran esta edición pasarán de la rasca madrileña a una maratón en Marrakech.

Y de allí, un tute de aduanas y aeropuertos para llegar a Dubai. Aunque vamos, los traslados pueden hacerse más llevaderos si siempre acabas volando en Business, como se asegura entre las condiciones.

Los que hayan llegado hasta allí tienen por delante un último viaje, un trayecto a las Antípodas en el que se enfrentarán a la última prueba, una maratón en Sidney que cerrará, el 29 de enero, una gesta única.

Todo, con atención médica garantizada, todos los desplazamientos entre maratones cubiertos y pruebas correctamente organizadas y medidas.

La organización te pide que antes de afrontar la prueba consultes a tu médico para saber si eres capaz de afrontar este reto.

Aprovecha el viaje al centro de salud y pide cita con el cardiólogo para tu asesor financiero: correr esta prueba implica pagar una inscripción de ¡32.000€! Si alguien tiene algo guardado en el colchón y busca gastárselo en algo único, ya tiene una nueva alternativa. Eso, o invitarme a cenar un día.