Un grupo de riesgo se puso a idear una prueba que, con el tiempo, sería una de esas joyas del deporte galo al aire libre. Si unos cicloturistas franceses se sientan alrededor de un buen vino y unas ‘viandes’ y, fuera, nieva copiosamente, solamente puede salir una maravilla como la SainteLyon.
¿Nos atrevemos a ir desde Saint Etienne hasta Lyon? La apuesta está lanzada. Se trata de cruzar los 78 kilómetros de noche y por las sendas y carreteras que unen ambas capitales. La aventura diseñada para cicloturistas pasó pronto al dominio de los corredores. En los años 80 ya eran cientos los que se embarcaban en una noche de frío y nieve. En 2014 un total de 8000 corredores completaríamos la distancia hasta la meta del palacio de deportes de Lyon. Además, relevos y distancias menores sacarían otros miles a los caminos. Algo de barro y algo de nieve son, simplemente, unos acompañantes ideales.
El invierno del macizo central se extiende hasta la llanura del Garona. Lyon, la segunda ciudad francesa, está asentada en una planicie fluvial por la que desciende el aire helado de los Alpes. Si estás harto de correr con calor (y de esto llevamos ya meses) solo tienes que empezar a moverte.
La prueba es conocida por las imágenes que cada año salen a los medios. Una serpiente de luces frontales cruzan las colinas de noche. Las mochilas llevan un extra de guantes y cortavientos pero se hace fácil avanzar por un terreno muy parecido a nuestras carreteras y bosques de Galicia.
¿Hay alma humana que vea encanto a pasar una noche de invierno por el campo? No solo pasar la noche de trote. También los habitantes de la zona se apiñan al paso de los corredores en cada aldea o granja. Se cruzan una docena de lugares habitados y las hogueras y los improvisados puntos de animación tienen ese calor de los aficionados. No es el Tour de Francia pero hay carracas, silbatos y luces durante la fría noche.
Situada en un momento tranquilo del calendario de maratones, sorprende que sea un coto casi exclusivamente francés. Sencillamente no se oye otra lengua que la de Diderot. Pero cuenta con puñados de atractivos para que estés ya buscando información en su web.
La monumental logística hace todo ruede sin mancha. Los miles de participantes son trasladados por la tarde, en autobuses, hasta la salida. En la feria de Saint Etienne carpas gigantescas acogen la cena de la pasta y un pabellón entero hace de refugio de espera. Es un tranquilo rave monumental donde se bebe isotónico y café caliente. En las gradas se duerme y se charla. Por delante hay más de nueve horas hasta que el amanecer neblinoso te acoja encaminado hacia los últimos repechos y descensos al lyonnaise.
Y la excusa final para acudir al menos una vez en la vida se completa con la gran fiesta de la luz. Lyon celebra cada puente de la Inmaculada su Fiesta de las Luces. Toda la ciudad es un escenario. Los puentes del Garona y el Saona, las calles y las plazas sirven de soporte para espectáculos de luz y sonido. Entre tanto, una riada se dirige al centro para comer y beber mientras dura la fiesta.
Tienes doble excusa para incluirla en tus futuribles. Conocidas líneas de bajo coste vuelan hasta el aeropuerto Saint Exupery. Sí. Una vez inscrito tendrás que pasar un poco de frío y correr unos kilometritos. Pero, sin estos pequeños retos, ¿qué sería del mundo del runner?