La verdad es que desde hace años siempre me ha atraído la cultura oriental, he leído bastante sobre los principios budistas, y de alguna manera siento que me ha aportado muchas cosas positivas a mi forma de vivir y de reaccionar ante las circunstancias.
Pero la realidad es que vivimos en Occidente, en un mundo en el que la sucesión de estímulos y cosas que nos sacan de nuestro “estado de paz” son realmente fuertes.
Por eso hoy os cuento cómo con unos pequeños cambios de actitud se puede conseguir realmente vivir una vida más feliz y más plena.
1.- Estar presente, en el aquí y en el ahora. Con todos mis sentidos y mi mente en la realidad que tengo delante. Aferrarnos al pasado sólo nos lleva a vivir en el arrepentimiento y las dudas.
Es como si tratásemos de conducir un coche sólo mirando el espejo retrovisor, sin duda alguna no funcionaria. Vivir el aquí y el ahora con ilusión en el futuro y lo que está por llegar.
2.- Sigue lo que te dice el estómago. Tu mente y tu estómago están íntimamente unidos cuando se refiere a pensamientos y emociones positivas.
En realidad el 95% de la serotonina se manufactura en las células nerviosas del estómago, y esto ayuda a prevenir la depresión, regular el sueño, el apetito e incluso la temperatura corporal. Esta es una de las razones por las que es indispensable cuidar la salud digestiva.
3.- Disminuye la altura de tus expectativas. Ser realista es la clave para cumplir nuestros sueños. Si continuamente te sientes frustrado porque tus expectativas no se cumplen, tanto en el trabajo, como en tus relaciones personales, es hora de examinar la magnitud de tus deseos y analizar si son realmente objetivos alcanzables y claves para tu felicidad.
La frustración es una alarma que nos indica que algo tiene que cambiar, ya sean nuestros deseos o nuestras circunstancias. Una buena clave sería disminuir las expectativas a la vez que aumentamos nuestra confianza en nosotros mismos y nuestra determinación.
4.- Desconecta del humo tecnológico. Vivimos en una burbuja tecnológica en la que continuamente estamos, revisando la actividad de nuestro teléfono, mail o redes sociales, y lo malo de esto es que al final no terminas de estar ni de disfrutar ni lo que estás viviendo, ni lo que estás pensando.
Además esto aumenta nuestro nivel de estrés. Apágalo un rato al día, y céntrate en las emociones y sensaciones de tu cuerpo aislado de estímulos externos. A veces es sorprendente escucharse.
5.- Practica la “Mente de principiante” tratar de vivir cada cosa que hagamos como si fuera la primera vez. Es decir, dejándonos sorprender por cualquier realidad que tengamos delante. No somos conscientes de la velocidad a la que hacemos las cosas, hasta comer, sin prestar siquiera atención al olor, sabor y textura de algo que ingerimos.
Se trata de quitar el piloto automático con el que hacemos las cosas, generando paciencia y ganando en disfrute y calidad de vida.
6.- Aceptación todo lo que ocurre. Sin juzgar, simplemente ayudándonos a comprender la realidad que nos rodea, son fijación en los contenidos emocionales, con libertad y lo más importante, sin apego.
Esto es lo más complicado de todo y requiere de un trabajo diario para aproximarnos a vivir con esta habilidad de dejar pasar, de desarrollar empatía y sobre todo y lo que más me cuesta, de no apegarse a las cosas.
No se trata de suprimir las emociones, sino tratarlas con bondad, de comprenderte a ti mismo y por tanto a los demás.
Como digo, todo esto debería ser sencillo, también a la hora de salir a correr, pero ponerlo en práctica sin las herramientas necesarias en el mundo loco que vivimos, no es nada fácil.