25 de octubre, 19 horas
Después de una semana dura de trabajo en la oficina aguantando al pesado de tu jefe o de tediosas clases en la universidad, lo que más te apetece cuando llega el fin de semana es descansar, calzarte las zapatillas y salir a desestresarte un rato por las calles y parques que tengas cerca.
Hace solecito y, aunque ya no haga excesivo calor, la temperatura es ideal para salir a correr. Te enchufas tu playlist musical en los cascos y comienzas a hacer kilómetros.
Cuando llegas todavía puedes apurar la ducha y salir a tomar una caña para recuperar líquido y estar bien hidratado. Al fin y al cabo, es sábado y, aunque hayas tenido que soportar al cansino de turno en el curro, este momento merece la pena vivirlo.
La felicidad te posee, te sientes fuerte.
26 de octubre, 19 horas
¿Qué ha pasado? Sí, has dormido una hora más, es cierto, pero… ¿Y la luz? Es completamente de noche, y, lo peor de todo, ni te has enterado de que ya ha oscurecido. Tu cuerpo se queda descolocado ¿Es la hora de ir a dormir ya? ¿Cenamos?
El cambio de hora de invierno comienza a hacer sus pequeños estragos. A partir de ahora, si quieres salir a correr cuando te dejen escapar del trabajo más te vale ir bien señalizado con prendas reflectantes o ir por una senda iluminada porque, amigo, amiga, no volverás a ver luz a esas horas hasta bien entrado marzo.
Pero, no te preocupes tanto, según los expertos, en tres o cuatro días la desubicación de tu cuerpo habrá pasado y te habrás tenido que acostumbrar a esta nueva luz. Qué remedio ¿verdad? Además, mira el lado positivo, según los estudios, ahorrarás seis euros en todo el año gracias a este cambio. ¿A que ahora lo ves de otra manera?
Otra de las ventajas que tienes, aunque no te hayas dado cuenta, es que, al ser deportista (o, al menos, intentarlo) los posibles efectos del cambio de hora (exceptuando la puñeta de que anochece antes) se atenuarán. Así lo explican todos los manuales relacionados con el cambio de hora. Ya sabes, si notas cambios de humor, somnolencia puntual, desgana generalizada o apatía, sal a correr un rato y listo.
No te desanimes, aunque el cambio de hora haya hecho aflojar tus piernas, prontó volverás a ser la misma persona. Palabra.