Donde sobre todo abundan los corredores que nunca corren es en los gimnasios a los que acudimos y en la propia familia. Desde que correr empezó a ser algo no sólo aceptado socialmente, sino una moda que adorna a quien lo practica, los corredores diletantes se han multiplicado. Saben más de correr que nadie, están a la última de todo el material y de los sistemas de entrenamiento y de todas las figuras del deporte.

Como los deportes de montaña siempre han estado más o menos bien vistos y correr por montaña es el compromiso perfecto entre alpinismo, escalada y running, saben tanto del tema como el que más.

No hay ningún problema en que alguien decida ser un corredor diletante que sólo corre unas pocas veces por mes en cinta, además de conocer el programa de todas las carreras de montaña que se celebran en España y Portugal y opinar con soltura.

La mayoría de nosotros caemos víctimas del efecto Dunning-Kruger, ese sesgo cognitivo por el cual creemos saber más de curar nuestras lesiones que el fisioterapeuta o el traumatólogo o le enmendamos la plana al seleccionador de fútbol, en más de una situación.

Lo más frecuente es que este mismo conocido o familiar nuestro, que siente que está más preparado que nadie porque ha hecho todo lo que debe -entrenar la fuerza, seguir una dieta perfecta, comprar las últimas zapatillas y cronómetro-pulsómetro, leer sobre cómo se debe correr- salvo salir a correr por montaña con una progresión lógica, aprendiendo técnica y cómo correr en una situación real, decida, si no lo ha hecho ya, correr de verdad y se apunte al trail más cercano a su casa. Es un candidato a ser parte de:

1.- Corredores desfondados en el kilómetro 20 de un ultra por montaña de 50. Si no hay un puesto de asistencia cerca, del mal rato no les salva todo el pensamiento positivo y memes motivadores de todo internet.

2.- Corredores que estrenan calzado minimalista en carreras técnicas. Bajarán lentos como los que no han entrenado bajadas y, a diferencia de éstos, llegarán con los pies hinchados seguro.

3.- Cachas de gimnasio con sobrepeso por músculo: en lo que se refiere a movilidad es tan poco conveniente como el exceso de grasa.

4.- Corredores que no terminan por lesiones en general que se derivan de no hacerlo con la técnica adecuada o de una sobrecarga para la que no están preparados; y corredores muy animosos que sí terminan con el coste de una lesión que arrastrarán mucho tiempo y el resultado de no volver a correr.

5.- Corredores que no terminan, pero toman la salida y se hacen la foto. Sólo contribuyen a la masificación de un deporte que empieza a crear más de un problema en los escenarios naturales en los que se realiza, pero son los más conscientes de sus limitaciones y de su objetivo: poder contar que han participado en un ultra trail.

Lo cierto es que en la proliferación de corredores diletantes tiene mucho que ver la organización y el marketing de las pruebas: ningún municipio, ninguna asociación ni responsable de turismo quiere dejar de tener una prueba, y además quiere que sea conocida por la más larga, con más desnivel, la más fría, la de más altas temperaturas.

En un tiempo en que se puede acceder a ser aventurero sin tener que viajar a los Alpes, correr empieza a dejar de ser una actividad saludable y divertida para ser un reto que se realiza una vez  y sirve para hablar sobre ello y gastar en material y gadgets durante toda la vida. Y no parece un buen camino a seguir.