¡Que carrerón! Todo ese trabajo, esa dedicación y esfuerzo han tenido, al fin, su recompensa. Hubo días en los que no tenías ganas, en los que no apetecía salir a hacer series o en los que las cuestas se te atragantaban, pero pesó más la fuerza de voluntad y ese número.

Ver ese tiempo en la clasificación te llena. Sin embargo, algo empieza a llamarte. Llegas a casa y, antes de compartir con nadie la gesta del día, estás buscando una nueva carrera donde salir a reventar el crono.

Te cuento esto porque sé que está pasando, como me ha pasado a mí. Y si aún no has tenido un ataque de “marquitis”, te aviso que no tardará mucho en llegarte. Es, al fin y al cabo, una reacción natural entre los corredores: a poco que te sientes mejorar buscas que las buenas sensaciones se extiendan en el tiempo.

Una vez que empiezas a tomarte en serio el “running”, buscas ayuda para reventar el crono: primero es el recorrido –olvídate de repechos y toboganes: cuanto más plana, mejor-, luego viene lo masificada que esté; llegas hasta a plantearte cambiar de zapatillas por unas más ligeras porque, claro, “30 gramos menos ayudan mucho”.

No he llegado a dar más pasos en esa 'adicción', pero más de una vez he sentido como si estuviera vacío después de una gesta. Sin embargo, de un tiempo a esta parte he aprendido que hay muchas maneras de correr.

Vivir buscando marca en cada carrera es algo que no está al alcance de nadie, ni tan siquiera de los atletas profesionales. Tu cuerpo y el de las estrellas del atletismo tiene un límite: si de primeras no entiendes este concepto, acabarás deprimido pensando que nunca llegarás a tu máximo, cuando lo más probable es que lo hayas superado hace tiempo.

Ahí está la segunda de las claves a la hora de plantearte tu desempeño en una carrera a todo pulmón. Lo importante no está en llegar, sino en mantenerse: todos esos señores que te sacan unos cuantos años en el DNI y un par de minutos en línea de meta llevan veinte o treinta años corriendo y haciendo esa misma marca.

Maratón de Sydney 2005

Demuéstrate a ti mismo que puedes continuar a ese ritmo un año, dos o los que fueren, luchando contra el paso del tiempo. Así, acabas convirtiendo tu mejor marca en “tu marca”, un estándar de rendimiento que hará que, en unos años, seas tú el que vaya demostrando ese nivel a los que vienen con más fuerza.

Si con todo y eso quieres seguir ganando segundos al crono, sigue peleándote con él en cada carrera. Eso sí, aplica la 'gota malaya' al reloj: cada segundo cuenta en una carrera y, todo y que le restes unos pocos, sigue siendo un nuevo registro personal.

Mantener la velocidad media durante todas las carreras que hagas y saber que llegarás con fuerzas al último kilometro para tumbar el crono es una fórmula que no falla y que te deja la misma satisfacción en el cuerpo. Ir de menos a más, doblar parciales o hacer la segunda parte de la carrera más rápida que la segunda son otras tantas formas de ser el Sergey Bubka del fondo popular.

¿Qué, sigues sin estar conforme? Está claro que a ti lo que te gusta es sentir la adrenalina y la felicidad de conseguir un objetivo. Imagínate esa sensación multiplicada por dos. O por tres, ¡o por diez! Seguro que tu ritmo de rodaje, ese trote en el cual te encuentras cómodo, es el objetivo de otros corredores que están dos o tres cajones más atrás que tú en la línea de salida.

Seguro que un amigo, un compañero de trabajo o un familiar que ha empezado a correr porque te ha visto mejorar a pasos agigantados quiere seguir tu ejemplo. Apúntate a una carrera sin pretensiones de ningún tipo, con la idea de que acompañarás a esa persona a conseguir su objetivo; puedes ir más allá y contactar con la organización de la carrera y ofrecerte a acompañar a otros: no son pocas las pruebas que ofrecen su servicio de liebres para que todo el mundo pueda, en la medida de sus posibilidades, asaltar al crono.

Ya ves que fácil es encontrar otras maneras de ganarle la partida al tiempo: está en tu mano bajar un par de cambios, reducir las revoluciones y, aún así, llegar al destino con una sonrisa. La alegría que dura unos minutos no es alegría.